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de sahagun lucas, juan - fenomenologia y filosofia de la religion.pdf

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108 Fenomenología y filosofía <strong>de</strong> <strong>la</strong> religión<br />

el espacio y <strong>la</strong>s fuerzas fecundadoras. Otro está integrado por <strong>de</strong>terminados<br />

acontecimientos históricos <strong>de</strong> especial interés para los pueblos,<br />

como <strong>la</strong>s guerras, <strong>la</strong>s conquistas, <strong>la</strong>s cosechas, etc. El tercer<br />

grupo es el <strong>de</strong> <strong>la</strong>s personas y funciones que revisten importancia<br />

para <strong>la</strong> comunidad. Inscritos en contextos culturales concretos, estos<br />

fenómenos poseen <strong>la</strong> capacidad <strong>de</strong> convertirse en símbolos <strong>de</strong> <strong>la</strong> divinidad.<br />

Des<strong>de</strong> el momento en que una realidad concreta es tenida por<br />

hierofanía, adquiere un carácter <strong>de</strong> heterogeneidad respecto <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

otras <strong>de</strong> <strong>la</strong> misma naturaleza y posee mayor riqueza ontológica que<br />

lo profano, pasando a integrar un or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> realidad enteramente nuevo.<br />

Se trata siempre <strong>de</strong> mostrar lo «completamente diferente», lo<br />

ajeno a nuestro mundo, lo otro: «Algo sagrado se nos muestra», comenta<br />

M. Elia<strong>de</strong> 61 .<br />

La elección <strong>de</strong> unos objetos en lugar <strong>de</strong> otros estriba en su misma<br />

función y viene exigida por <strong>la</strong> misma dialéctica. Sus cualida<strong>de</strong>s<br />

peculiares comportan alguna novedad y ofrecen atisbos <strong>de</strong> superioridad<br />

que dan pie a su función significativa (esbeltez, po<strong>de</strong>r medicinal,<br />

riqueza, valor, etc.). El hombre religioso <strong>de</strong>scubre en el<strong>la</strong>s <strong>la</strong><br />

incorporación <strong>de</strong> una potencia sin parangón, a cuya presencia se<br />

<strong>de</strong>be su sacralidad o alcance simbólico. Las convierte en lugar y vehículo<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> divinidad.<br />

No son veneradas por sí mismas, sino en cuanto que representan<br />

una realidad superior, lo sagrado. «La piedra sagrada —escribe Elia<strong>de</strong>—,<br />

el árbol sagrado no son adorados en cuanto tales; lo son precisamente<br />

por el hecho <strong>de</strong> ser hierofanías, por el hecho <strong>de</strong> "mostrar"<br />

algo que ya no es ni piedra ni árbol, sino lo sagrado» 62 . Los objetos<br />

siguen siendo lo que eran sin per<strong>de</strong>r ninguna <strong>de</strong> sus propieda<strong>de</strong>s<br />

naturales, pero se han convertido en se<strong>de</strong> y vehículo <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>r<br />

extraño, <strong>la</strong> divinidad, que los cualifica. Nace así <strong>la</strong> distinción entre<br />

mundo sagrado y mundo profano. Explicamos brevemente esta diferencia.<br />

La separación indicada, que conlleva cierta ruptura <strong>de</strong> nivel, se<br />

<strong>de</strong>be principalmente a <strong>la</strong> función y uso <strong>de</strong> <strong>la</strong> cosa sagrada. Mientras<br />

que los objetos profanos ejercen únicamente <strong>la</strong>s funciones propias <strong>de</strong><br />

su rango, a los sagrados, en cambio, se les asigna lugar y cometidos<br />

específicos en virtud <strong>de</strong> su vincu<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong> divinidad. Advertida<br />

esta nueva modalidad, el hombre religioso se comporta con ellos <strong>de</strong><br />

modo diferente consi<strong>de</strong>rándolos prohibidos, elevados, invulnerables,<br />

sustraídos al <strong>de</strong>venir temporal. Y esto porque son portadores <strong>de</strong> una<br />

61 M. ELIADE, Lo profano..., ed. c, 19.<br />

62 Ibid., 19-20.<br />

C.4. Lo sagrado y <strong>la</strong> religión 109<br />

fuerza mayor que «se manifiesta siempre como una realidad <strong>de</strong> un<br />

or<strong>de</strong>n totalmente diferente al <strong>de</strong> <strong>la</strong>s realida<strong>de</strong>s naturales» 63 .<br />

En una pa<strong>la</strong>bra, <strong>la</strong>s hierofanías son un conjunto <strong>de</strong> realida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

todo tipo cuya función consiste en presencializar ante el hombre el<br />

Misterio. Ni se objetiva ni se mundaniza éste, pero se da a conocer<br />

mediante unos objetos que remiten al hombre a otra c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> realidad.<br />

Tiene lugar una transignificación <strong>de</strong> <strong>la</strong> realidad mundana convertida<br />

en hierofanía M .<br />

b) Morfología y multiplicidad <strong>de</strong> <strong>la</strong>s hierofanías<br />

La multiplicidad <strong>de</strong> hierofanías es tanta que pue<strong>de</strong> crear dificulta<strong>de</strong>s<br />

a <strong>la</strong> hora <strong>de</strong> su i<strong>de</strong>ntificación. Sólo su estructura común permite<br />

reconocer<strong>la</strong>s como tales, aunque <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n en gran medida <strong>de</strong>l<br />

contexto cultural don<strong>de</strong> tienen lugar.<br />

Atendiendo a su estructura, M. Elia<strong>de</strong> <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>sifica en naturales,<br />

históricas y personales, como vimos más arriba. Las primeras forman<br />

conste<strong>la</strong>ciones integradas por elementos <strong>de</strong> un mismo or<strong>de</strong>n natural<br />

(cielo, astros, tierra, vida vegetal). Las segundas son tomadas<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>terminados acontecimientos hitóricos y hasta <strong>de</strong> <strong>la</strong> propia historia<br />

nacional en su conjunto. Es el caso <strong>de</strong> Isreal, para quien el<br />

encuentro con Dios no se da en <strong>la</strong> naturaleza, sino en <strong>la</strong> totalidad <strong>de</strong><br />

acontecimientos que lo configuran como pueblo y nación 65 . Las terceras<br />

se refieren a <strong>la</strong>s personas que ejercen <strong>de</strong>terminadas funciones<br />

u ostentan una representación ante el pueblo <strong>de</strong> especial significación.<br />

En el cristianismo, por ejemplo, <strong>la</strong> hierofanía por antonomasia<br />

es un hombre, Jesús <strong>de</strong> Nazaret, en quien se hace presente el Misterio<br />

mismo en persona.<br />

c) Dialéctica <strong>de</strong> <strong>la</strong>s hierofanías<br />

Es su característica principal, a <strong>la</strong> que hemos aludido constantemente<br />

en nuestra reflexión anterior. La nueva dimensión advertida<br />

en el objeto lo convierte, sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ser lo que era, en algo ex-tático,<br />

fuera <strong>de</strong> lugar, y lo dota <strong>de</strong> una trascen<strong>de</strong>ncia que lo sitúa por<br />

encima <strong>de</strong> su formalidad natural y caracteres observables. Realmente<br />

ha sido transfigurado al convertirse en vehículo y se<strong>de</strong> <strong>de</strong> una realidad<br />

invisible que se hace presente al hombre por su medio. La trans-<br />

63 Ibid., 18.<br />

64 Cf. J. MARTIN VELASCO, Introducción..., ed. c, 132.<br />

65 Cf. ibid., 137.

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