Estudio de la Obra Psicografica.pdf - Academia Sapere Aude

¿Queremos encontrar la verdad?
La verdad no está en la Obra, como tampoco en ningún otro libro, y sé que tal afirmación ira a chocar
de frente contra los que sostienen lo contrario. Más de uno se revelará ante tales palabras que son
puramente sacadas de la reflexión.
Y como sé que obtendré de esta postura muchos enemigos de la idea que sostengo, trataré para los que
no saben de qué lado colocarse, de realizar una breve explicación del porqué de tal aseveración.
Antes de proseguir me es útil preguntar. ¿Queremos encontrar la verdad? Si realmente queremos
¿Dónde está colocada nuestra atención?
Es aquí donde podrán decir que vuestra mirada está colocada en la Obra y que de ello extraen lo que
consideran como verdad.
Y les respondo ¿Es acaso un puñado de hojas escritas la verdad que necesitan realmente?
¿Puede un libro brindarme la verdad? ¿Puede ésta ser contenida por cosa alguna? ¿Es acaso la verdad
el producto sintetizado de un relato elevado?
¿Si mi autoridad la coloco en la Obra, podría creer en mí mismo?
Es evidente que al colocar mis certezas en tal o cual escrito, habré dejado de escucharme.
¿Y qué sucedería si ese escrito poseyese errores? ¿Qué pasaría con mi noción de la verdad?
Una cosa es encontrar la verdad dentro de uno mismo y vivir de acuerdo con esa verdad y otra muy
diferente es virtualizar mis conceptos apoyándolos en tal o cual escrito para convencerme de que son
reales. ¿Son reales mis conceptos? ¿Es real mi forma de ver la vida, o es un simple mecanismo de anhelo
que se apoya en tal idea presentada en un libro llamase Obra o cualquier otra fuente?
¿Qué tan real es mi diario vivir? ¿Es una búsqueda de algo? ¿Quiero llegar a algún lado?
No solo físicamente sino psicológicamente el ser humano busca un escape a sus tormentos internos y
lo hace mediante las drogas, la bebida, el comer, el dormir, el hacer gimnasia, el ver la televisión, el
escuchar la radio, el salir a pasear, en ir a hablar con el vecino o en leer un libro.
Y es este escape una mera forma de refugio para estar protegido del bombardeo de pensamientos que
le acosan. No se descansa, no se aquieta la mente, sino que se aumenta el desbalance entre lo irreal y lo
real.
De esta manera, se tortura al cuerpo y a la psiquis, generando un choque de energías internas. Vuelven
una y otra vez, cual automatismo inútil, a la rutina del escape psicológico apoyándose ni más ni menos
que en palabras repetidas, textos, frases, libros, poemas, opiniones de especialistas o de grandes
eruditos en tal o cual cuestión, pero nunca jamás osan transgredir el imperativo externo por escuchar
solo un breve instante a su voz interna.
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