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Septiembre-octubre - Revista Ciencia y Desarrollo - Conacyt

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lla, directa y elegante que la otra. Basta con que usted se<br />

interrogue: “¿Debo salir por la puerta que vigila el centinela?”<br />

No es necesario nada más. En todo caso, si tiene<br />

miedo de que su pregunta sea mal entendida y de que sus<br />

guardianes consideren que la puerta por la que debe salir<br />

es la que lo lleva derechito al caldero, entonces inquiera:<br />

“¿El helicóptero se encuentra detrás del sincero?”.<br />

Antes de que se rompa la cabeza para entender por<br />

qué funciona, convénzase de que sí lo hace, y remítase a<br />

la figura en la que ilustro las dos situaciones posibles (de<br />

hecho son cuatro, según se dirija usted a uno u otro de los<br />

centinelas). El helicóptero, visto desde arriba, está representado<br />

por las tres aspas del rotor, mientras que el caldero<br />

son los dos círculos concéntricos. El centinela sincero es<br />

la S y el mentiroso la M. Usted se dirige a cualquiera de los<br />

dos y les lanza la cuestión. Si le contestan que sí, saldrá<br />

por esa puerta, la que el interrogado vigila, y si no, por la<br />

otra. En cualquier caso se encontrará usted frente a la aeronave<br />

salvadora; déle las vueltas necesarias y cerciórese de<br />

que así es, como si en realidad su vida estuviera de por<br />

medio.<br />

Dése cuenta hasta qué punto es sorprendente esta<br />

solución, pues la pregunta no remite a lo que contestaría<br />

el otro (que es la clave de la solución clásica) y ni siquiera<br />

se señala una puerta en particular. Todo el quid estriba,<br />

evidentemente e igual que con la otra pregunta, en el<br />

hecho de que los dos centinelas van a responder lo mismo,<br />

al margen de su amor por la verdad. Lo que sucede<br />

es que ese quid, el mecanismo lógico de la cuestión, es<br />

mucho más sutil y escurridizo que en el otro caso, aun<br />

cuando ambas soluciones son, necesariamente, equivalentes,<br />

sólo que esa equivalencia no salta, ni mucho menos,<br />

a la vista.<br />

Ya ve usted, distinguido lector, qué complicada puede<br />

llegar a ser esta historia del logos. Y p’acabarla de amolar,<br />

los embusteros que andan por este mundo, de vez en cuando<br />

sueltan inopinadamente alguna verdad, aun cuando<br />

no son, ni con mucho, tan confiables como nuestro caníbal<br />

mentiroso.<br />

Corte una oreja<br />

<strong>Ciencia</strong> y <strong>Desarrollo</strong> sorteará un lote de libros entre todos los lectores que lidien correctamente<br />

al torito de este número, y cuyas soluciones se reciban en la redacción antes de aparecer el<br />

próximo. Háganos llegar su respuesta, ya sea por correo, a la dirección:<br />

<strong>Revista</strong> <strong>Ciencia</strong> y <strong>Desarrollo</strong><br />

Av. Constituyentes 1046, 1er. piso.<br />

Col. Lomas Altas<br />

Del. Miguel Hidalgo<br />

México 11950, D.F.<br />

o por medio de fax, al número (01) 5327 7400, ext. 7723. En cualquier caso, no olvide encabezar<br />

su envío con la acotación: Deste lado del espejo.<br />

No se recibió respuesta acertada alguna al torito del número 158.<br />

SEPTIEMBRE • OCTUBRE DEL 2001 95

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