Septiembre-octubre - Revista Ciencia y Desarrollo - Conacyt
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primitivos, obtuvieron los aminoácidos, compuestos orgánicos<br />
muy complejos, sin embargo, los intentos por obtener<br />
compuestos todavía más complicados, sobre todo las<br />
moléculas autorreplicantes, han fracasado. Muchas teorías<br />
se han propuesto respecto a cómo se podría haber dado<br />
ese salto, pues resulta evidente que, en las condiciones naturales,<br />
el surgimiento de la vida tardó por lo menos 500<br />
millones de años –y no unas pocas semanas en cualquier<br />
laboratorio–, pero aún así es claro que no se conoce cómo<br />
surgió ese primer antepasado, capaz de reproducirse haciendo<br />
copias de su propio material genético. Lo anterior<br />
no justifica una explicación sobrenatural, misma que,<br />
de existir, necesitaría a su vez justificar por qué ocurrió<br />
en ese momento y no en una etapa posterior de la evolución.<br />
Por fortuna, existe evidencia de que en el fondo de los<br />
mares, en los sitios de donde surge material ígneo del<br />
interior el planeta, se presentan condiciones mucho más<br />
afines al desarrollo de moléculas complejas. Las objeciones<br />
de Behe están siendo respondidas una por una, y hay<br />
varias explicaciones teóricas de cómo dichas máquinas<br />
moleculares pudieron haber evolucionado de mecanismos<br />
más primitivos.<br />
Otro proponente de la hipótesis ad hoc del designio<br />
inteligente es William Dembski, teórico de la información,<br />
quien señala que la evolución darwiniana, o sea la<br />
selección natural, es incapaz de acumular los datos novedosos<br />
que requiere un proceso evolutivo. Lo anterior se<br />
basa en algunas observaciones sobre el comportamiento<br />
de las partículas atómicas, mismo que casi siempre muestra<br />
características reversibles, en tanto que los fenómenos<br />
irreversibles y los cambios hacia una complejidad mayor<br />
ocurren en el mundo macroscópico, y hasta en simulaciones<br />
con juegos de computadora es posible observar cómo<br />
la selección natural acumula informes útiles y nuevos de<br />
generación en generación, estructuras viables creadas por<br />
azar que sobreviven mejor que otras variantes menos aptas<br />
para reproducirse. Lo interesante es que las objeciones<br />
de Dembski, lo único que hacen es subrayar lo poderoso<br />
de los procesos darwinianos, si se les da el tiempo<br />
suficiente, y una tasa de mutaciones aleatorias lo bastante<br />
elevada como para producir rápidamente variantes mejor<br />
adaptadas a cada cambio del medio.<br />
Lo curioso del caso es que si consideramos que en<br />
efecto son verdaderas, las objeciones de los proponentes<br />
del designio inteligente, la conclusión que podemos sacar<br />
es poco útil para cualquiera que desee conocer la realidad<br />
del universo. Se concluiría así que es inútil seguir<br />
investigando en la bioquímica del origen de la vida, y que<br />
pierden su tiempo los miles de laboratorios que van logrando<br />
esclarecer estos difíciles problemas en el mundo.<br />
Se concluiría también que existe una deidad creadora de<br />
un universo con leyes y fenómenos naturales que casi<br />
alcanzan a explicar el funcionamiento de toda la materia,<br />
excepto en el caso en que ella tiene que intervenir personalmente<br />
para cubrir un salto entre materia orgánica y<br />
ciertas estructuras, también orgánicas, un poco más complejas,<br />
que logran construir sus propias réplicas y que no<br />
ha sido posible explicar con claridad por parte de los científicos.<br />
Extraño designio sería ese.<br />
Referencias<br />
Behe, Michael J. Darwin´s Black Box, Free Press, N.Y.<br />
1996.<br />
Dembski, William A. The Bridge Between Science and<br />
Theology, Downwers Grove, 1999.<br />
Taner Edis. “Darwin in Mind”, Skeptical inquirer, Vol.<br />
25 No. 2, marzo-abril 2001, Amherst, N.Y.<br />
SEPTIEMBRE • OCTUBRE DEL 2001 97