Lo Desconocido y los Problemas Psíquicos - Luz Espiritual
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LO DESCONOCIDO Y LOS PROBLEMAS PSÍQUICOS por CAMILLE FLAMMARION ‐ http://www.espiritismo.es<br />
XIX. - Mi abuelo materno vivía en Huningue, donde era alcalde. Poco después del<br />
sitio de aquella población mi abuelo recibió la noticia de que su padre, que habitaba<br />
Rixheim a 20 kilómetros de Huningue, estaba peligrosamente enfermo. Ensillar su<br />
caballo y partir al galope fue obra de un instante. Á mitad del camino su padre se le<br />
apareció delante del caballo, que se encabritó. Su primer pensamiento fue que su<br />
padre había muerto y, en efecto, al llegar a Rixheim, media hora después, supo que su<br />
padre había sucumbido en el momento mismo de la aparición.<br />
Mi madre, Magdalena Saltzmann, entonces soltera, se casó años después con Antonio<br />
Rothea, mi padre, notario de Altkrich, donde desempeñó su cargo durante treinta<br />
años. Yo le sucedí y después de la guerra de 1870, deje la Alsacia para instalarme en<br />
Francia y últimamente en Orquevaux (Alto-Marne).<br />
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E. ROTHEA.<br />
XX. - Mi querida madre murió el 8 de abril de 1893. Tres días antes había yo recibido<br />
noticias suyas muy tranquilizadoras y aquel sábado, 8 de abril, formé el proyecto de<br />
salir y estaba disponiéndome a hacerlo a las dos de la tarde cuando me sentí<br />
acometido de una gran angustia.<br />
Subí a mi cuarto y caí sollozando en una butaca; estaba viendo a mi madre echada en<br />
su cama, con una papalina blanca que yo no le había visto, y muerta. Mi criada,<br />
sorprendida al verme llorar y oyendo la causa, me dijo que era cuestión de nervios y<br />
me obligo a seguir vistiéndome y a salir. Cinco minutos después me alcanzó mi<br />
marido que traía este telegrama: «Madre perdida; no pasara noche.» ¡Está muerta,<br />
dije; lo sé, la he visto!»<br />
Eran las dos y media, hora de París, cuando vi a mi madre muerta y un nuevo<br />
telegrama nos hizo saber que había muerto de repente a las tres y media, hora de<br />
Strasburgo. No había estado enferma, se acostó sintiendo un poco de frío y, no creía<br />
morir, puesto que pidió a mi padre que le leyera una carta. Es indudable que pensó en<br />
mí al expirar.<br />
Las personas que la amortajaron me describieron después la papalina de muselina<br />
blanca, tal como yo la había Visto.<br />
A. HESS,<br />
En Alby