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Lo Desconocido y los Problemas Psíquicos - Luz Espiritual

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LO DESCONOCIDO Y LOS PROBLEMAS PSÍQUICOS por CAMILLE FLAMMARION ‐ http://www.espiritismo.es<br />

descubrimientos y de teorías más luminosas las unas que las otras y a las<br />

cuales habría que quitar todo crédito si el fuego, el aire, el agua y la tierra<br />

no fuesen ya elementos.»<br />

Todo el mundo sabe hoy que esos cuatro elementos, tan religiosamente<br />

defendidos, no existen y que <strong>los</strong> químicos modernos tenían razón al<br />

descomponer el aire y el agua. En cuanto al fuego o flogística que, según<br />

Baumé y sus contemporáneos, era el deus ex machina de la naturaleza y de<br />

la vida, jamás ha existido más que en la imaginación de <strong>los</strong> profesores.<br />

El mismo Lavoisier, aquel gran químico, no está libre de la misma<br />

acusación contra <strong>los</strong> que lo creen todo descubierto, porque escribió un<br />

docto informe a la Academia para demostrar que no podían caer piedras<br />

del cielo. Y, sin embargo, la caída de aerolitos, a propósito de la cual se<br />

hizo aquel informe, había sido perfectamente observada en todos sus<br />

detalles; se había visto y oído estallar al bólido, se había visto caer el<br />

aerolito, se le había recogido aun ardiendo, se le había en seguida sometido<br />

al examen de la Academia, y la Academia declaró, por medio de su<br />

ponente, que la cosa, era increíble e inverosímil. Hagamos observar que<br />

hacía millares de años caían piedras del cielo ante centenares de testigos,<br />

que se las había recogido en gran número y que muchas se conservaban en<br />

las iglesias, en <strong>los</strong> museos y en las colecciones. Pero faltaba todavía al<br />

acabar el siglo XVIII un hombre independiente para afirmarlo. Ese hombre<br />

llegó y fue Chladni.<br />

Entiéndase bien que no arrojo la piedra á Lavoisier ni a nadie, sino a la<br />

tiranía de <strong>los</strong> prejuicios. No se creía, no se quería creer que las piedras<br />

pudiesen caer del cielo, como cosa contraria al sentido común. Gasendi,<br />

por ejemplo, era uno de <strong>los</strong> espíritus más independientes y más instruidos<br />

del siglo XVII. En 1627 cayó en Provenza un aerolito que pesaba 30<br />

kilogramos, en un claro día de sol. Gasendi le vio, le tocó, le examinó y lo<br />

atribuyó a una erupción terrestre desconocida.<br />

<strong>Lo</strong>s profesores peripatéticos del tiempo de Galileo afirmaban<br />

doctoralmente que el sol no podía tener manchas.<br />

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