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Lo Desconocido y los Problemas Psíquicos - Luz Espiritual

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LO DESCONOCIDO Y LOS PROBLEMAS PSÍQUICOS por CAMILLE FLAMMARION ‐ http://www.espiritismo.es<br />

Verdaderamente, en el estado actual de nuestros conocimientos físicos esa<br />

hipótesis no es ni siquiera atrevida, ni se sale del cuadro de nuestras<br />

operaciones habituales.<br />

Todas nuestras sensaciones de placer, de dolor, o indiferentes, todas, sin<br />

excepción, se verifican en nuestro cerebro. Sin embargo, nosotros las<br />

localizamos siempre en otra parte, jamás en el cerebro. Me quemo un pie,<br />

me pincho un dedo, me doy un golpe en un codo, aspiro un perfume, como<br />

un manjar sabroso o bebo un licor exquisito, y todas esas sensaciones son<br />

instintivamente colocadas en el pie, en el dedo, en el codo, en la nariz, en<br />

la boca, etc. En realidad, sin embargo, <strong>los</strong> nervios las han transmitido<br />

todas, sin excepción, al cerebro, y en él solamente las percibimos.<br />

Podríamos achicharrarnos impunemente un pie, sin experimentar<br />

sensación alguna, si <strong>los</strong> nervios que van del pie al cerebro fuesen cortados<br />

en un punto cualquiera de su trayecto.<br />

El hecho está demostrado por la anatomía y por la fisiología. Y lo más<br />

curioso es que no es necesario que un miembro exista para que se le sienta.<br />

<strong>Lo</strong>s amputados experimentan las mismas sensaciones que si tuvieran el<br />

miembro de que se les ha privado. Se acostumbra a decir que esa ilusión<br />

dura algún tiempo, hasta que la herida está cicatrizada, pero la verdad es<br />

que se conserva con la misma intensidad durante toda la vida. Siempre<br />

queda una sensación de hormigueo y de dolor que tiene en apariencia su<br />

asiento en las partes que ya no existen. Esas sensaciones no son vagas,<br />

pues el amputado siente dolores y hormigueos en tal o cual dedo, en el<br />

dorso del pie o en la planta, en la piel, etc. Un hombre amputado por el<br />

muslo, experimentaba todavía á <strong>los</strong> doce años las mismas sensaciones que<br />

si hubiera tenido <strong>los</strong> dedos y la planta del pie. Otro tenía el brazo<br />

amputado hacía trece años y no habían cesado en él las sensaciones de la<br />

mano, que él sentía curvada todavía. Otro, al que una bala de cañón<br />

arrebató un brazo, sentía veinte años después dolores reumáticos en ese<br />

mismo brazo siempre que cambiaba el tiempo. El brazo que no tenía le<br />

parecía sensible a la menor corriente de aire.<br />

La ilusión de <strong>los</strong> amputados es más fuerte por la noche. Á veces están<br />

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