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Lo Desconocido y los Problemas Psíquicos - Luz Espiritual

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LO DESCONOCIDO Y LOS PROBLEMAS PSÍQUICOS por CAMILLE FLAMMARION ‐ http://www.espiritismo.es<br />

señora llama», y la cocinera respondió: «La señora ha salido, pero vamos a registrar<br />

toda la casa». Registraron y no había nadie.<br />

En la noche siguiente oí ruido como de pasos en el cuarto contiguo al mío. Por la<br />

mañana conté a la criada mi susto de la noche y ella, por su parte, me dijo lo que<br />

había oído la víspera.<br />

Doce días después supe la muerte de mi hijo adoptivo, á quien mataron aquel mismo<br />

día.<br />

Esto sucedió el lº de Agosto de 1895.<br />

POR MI TÍA, Mme VIOLET, G. CLARTÉ.<br />

12 bis, faubourg Stanislas, Nancy.<br />

LI. - Cuando el célebre tribuno Barbés estaba en la prisión central de Nimes, <strong>los</strong><br />

carceleros tenían por él todos <strong>los</strong> miramientos debidos a un preso político. Estando un<br />

día en un patio con muchas personas les dijo de repente: «A mi hermano le sucede<br />

alguna desgracia. » En la mañana del día siguiente se supo que el hermano de Barbés<br />

había muerto de una caída del caballo en el momento mismo de la impresión sentida<br />

por el preso.<br />

83<br />

MARGUERIT,<br />

Allée du Busca, 14, Toulouse.<br />

LII. - Á la edad de veintidós o veintitrés años tenía una parienta de siete años a la que<br />

quería mucho y que se divertía en llamar a nuestra puerta para reírse cuando<br />

respondíamos: «Entre usted». En el mismo año cayó enferma y no me separé de ella<br />

durante <strong>los</strong> dos días que duraba su agonía. Sin embargo, mi madre, temiendo que me<br />

pusiese malo, me llevó con ella. Eran las once de la noche. Un tío de la niña nos dijo<br />

que le esperásemos un momento mientras iba a buscar su sombrero para<br />

acompañarnos, y estábamos esperando en la cocina, cerca de la puerta, cuando oímos<br />

llamar en esta puerta como lo hacía la niña en la nuestra. Mi madre respondió: «Entre<br />

usted», y yo objeté al ir a abrir: «Nadie puede venir a estas horas. - Acaso las<br />

religiosas» respondió. Pero no, no había nadie.<br />

Acabábamos de llegar a casa después de un trayecto de diez minutos, cuando la<br />

criada de <strong>los</strong> padres de la niña llegó a su vez para decirnos que la pequeña María<br />

acababa de morir.

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