Lo Desconocido y los Problemas Psíquicos - Luz Espiritual
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LO DESCONOCIDO Y LOS PROBLEMAS PSÍQUICOS por CAMILLE FLAMMARION ‐ http://www.espiritismo.es<br />
colchones. Á eso de las tres, oyeron las dos tres golpes muy distintos dados en la<br />
puerta de un gabinete próximo. Muy sorprendidas por aquel ruido que nada podía<br />
explicar, pues no había nadie en la casa, hablaron de hechos semejantes de que habían<br />
oído hablar. La colchonera dijo a mi mujer que alguno de nuestros parientes debía<br />
estar muy enfermo y que su espíritu nos pedía socorro. El día siguiente a la misma<br />
hora estaban en el mismo sitio y la criada estaba lavando a su lado. Nadie se acordaba<br />
del incidente de la víspera. De repente las tres personas oyeron el mismo ruido: tres<br />
golpes en la puerta del gabinete. Su sorpresa llegó al colmo. Durante mucho tiempo<br />
la criada no quiso quedarse sola en la casa.<br />
Al poco tiempo supimos por una carta que una tía nuestra, muy devota, Angélica<br />
Bertrand, había muerto en Perluis (Vaucluse) el 5 de abril de 1892, o sea dos días<br />
antes.<br />
96<br />
ARLAND,<br />
78, calle Bieue, Marsella.<br />
LXXVI. - Tendría yo unos doce años. Mi pobre padre, uno de <strong>los</strong> héroes de Sidi-<br />
Brahim, había pasado la noche y una parte del día a la cabecera de su madre,<br />
peligrosamente enferma. Volvió y a eso de las cuatro uno de mis tíos vino a buscarle<br />
y dijo que la enferma estaba peor y manifestaba el deseo de ver a <strong>los</strong> dos pequeños.<br />
Mi padre quiso llevarnos y mi hermano menor fue de buen grado, pero yo me resistí<br />
de tal manera que tuvieron que ceder ante mi resolución motivada por el miedo carnal<br />
que tenía a <strong>los</strong> muertos.<br />
Me quedé, pues, solo en casa con mi madre, que después de cenar me envió a<br />
acostarme, pero también me resistí, lleno de miedo, por lo cual mi madre se decidió a<br />
acostarme en su propia cama, prometiéndome que muy pronto iría ha hacerme<br />
compañía.<br />
Á eso de las siete y media, recibí un bofetón de una violencia extraordinaria. Mi<br />
madre vino inmediatamente a mis gritos y me preguntó qué tenía. Respondí que me<br />
habían pegado y que me dolía el carrillo y ella observó que le tenía rojo é hinchado.<br />
Inquieta por lo que acababa de ocurrir, mi madre esperó con impaciencia la vuelta de<br />
mi padre y de mi hermano. A las nueve volvieron y mi madre contó inmediatamente<br />
el hecho. Cuando dijo la hora, mi padre respondió: «Es precisamente la hora en que<br />
ha muerto su abuela.» Durante más de seis meses conservé en el carrillo la huella de<br />
una mano, muy visible sobre todo cuando había jugado y tenía la cara más encarnada.<br />
Entonces la señal de la mano era blanca. Cientos de personas observaron esta<br />
particularidad.