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julio de 2002 - Ramona

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25.qxd 02/09/<strong>2002</strong> 03:50 p.m. Página 35<br />

ESCENA GLOBAL | PAGINA 35<br />

Hemos visto recientemente cómo esos valores<br />

han sido <strong>de</strong>safiados radicalmente por las creencias<br />

éticas <strong>de</strong> culturas externas, cuyos valores<br />

son profundamente ajenos a nuestras experiencias.<br />

No estoy <strong>de</strong>fendiendo el terrorismo,<br />

simplemente reconozco que la <strong>de</strong>sesperación<br />

<strong>de</strong> tales actos apenas ha arañado la confianza<br />

ciega en nuestros propios valores. En un acto<br />

<strong>de</strong>spiadado <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción simbólica las torres<br />

<strong>de</strong>saparecieron, pero el hecho es que muchos<br />

volverán a creer, si se llegan a reconstruir y <strong>de</strong><br />

hecho ya están exigiendo tal resurrección, en<br />

un simbolismo virtual, en un nuevo milagro tecnológico<br />

hecho <strong>de</strong> luz. Permítanme concluir<br />

con la cita <strong>de</strong> un texto reciente que está relacionado<br />

con estas cuestiones: “Cualquier creador<br />

que <strong>de</strong>sea crear algo nuevo tiene miedo Y<br />

en este punto <strong>de</strong> nuestra historia colectiva<br />

necesitamos creadores <strong>de</strong> ética que sean<br />

capaces <strong>de</strong> cartografiar los nuevos territorios<br />

en los que vivimos nuestras vidas. Los artistas<br />

son hacedores privilegiados, e inevitablemente<br />

ellos también tienen miedo. Tienen miedo <strong>de</strong> su<br />

sentido individual <strong>de</strong> lo que era importante y <strong>de</strong><br />

lo que fue posible. Pue<strong>de</strong>n ayudarnos a imaginar.<br />

Estamos siendo empujados <strong>de</strong> nuevo quizás<br />

hacia lo individual, para encontrar respuestas<br />

parciales; siendo empujados a esa zona circular<br />

y romántica en la que trazamos el mapa <strong>de</strong><br />

las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> vivir juntos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la<br />

flui<strong>de</strong>z fragmentada <strong>de</strong> la megapolis. Me refiero<br />

al hecho <strong>de</strong> que las creencias estructurales<br />

que subyacen en el or<strong>de</strong>n cívico están <strong>de</strong>smoronándose<br />

y que estas inmensas expansiones<br />

humanas se han fragmentado aún más en nuevos<br />

aunque inexplorados espacios, o en espacios<br />

sólo parcialmente articulados con agrupaciones<br />

sociales que son terriblemente fluidas y<br />

cambiantes; que se forman, se rompen, y se<br />

reforman <strong>de</strong> modo diferente. Estos son espacios<br />

en los que los puntos fijos <strong>de</strong> referencia <strong>de</strong>saparecen<br />

y don<strong>de</strong> las premisas invariablemente<br />

se alquilan, don<strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> obra es móvil e<br />

inquieta, a menudo <strong>de</strong>sempleada e invariablemente<br />

agitada por el <strong>de</strong>scontento.<br />

En el pasado las cosas estaban claras, como<br />

oposiciones binarias, como ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> referencia<br />

estrictos, como pecados y virtu<strong>de</strong>s,<br />

como códigos <strong>de</strong> conducta social. Lo que está<br />

en juego aquí no es el yo, la distinción personal;<br />

tampoco las piruetas <strong>de</strong> la individualidad, y<br />

sabe Dios que el mundo <strong>de</strong>l arte, con sus múltiples<br />

miserias y mezquinas presunciones <strong>de</strong><br />

po<strong>de</strong>r, está lleno <strong>de</strong> estas retorcidas simplezas.<br />

No, lo que importa es que las i<strong>de</strong>as que el yo<br />

encuentra son comunes y <strong>de</strong> interés para todas<br />

las personas. Es a través <strong>de</strong> esas i<strong>de</strong>as cuando<br />

es posible eso que se <strong>de</strong>nomina progreso<br />

moral, y se espera que este progreso vaya verda<strong>de</strong>ramente<br />

en la dirección <strong>de</strong> una mayor solidaridad<br />

humana. Pero esa solidaridad no se<br />

consi<strong>de</strong>ra como un reconocimiento <strong>de</strong> un yo<br />

nuclear, <strong>de</strong> una esencia humana común, sino<br />

que más bien se consi<strong>de</strong>ra como la capacidad<br />

<strong>de</strong> ver las diferencias tradicionales (tribu, religión,<br />

raza, costumbres y similares) como irrelevantes<br />

cuando se comparan con las similitu<strong>de</strong>s<br />

relacionadas con el dolor y la humillación, la<br />

pobreza y el <strong>de</strong>sarraigo. Implica la facultad <strong>de</strong><br />

pensar en personas que son radicalmente diferentes<br />

como si estuviesen incluidas en la gama<br />

<strong>de</strong>l “nos-otros”. Es este sentido <strong>de</strong> la diferencia,<br />

no como hecho que ha estado con nosotros<br />

durante tanto tiempo, sino como un valor<br />

que ha sido uno <strong>de</strong> los mayores logros <strong>de</strong> eso<br />

que se ha <strong>de</strong>nominado postmo<strong>de</strong>rnismo <strong>de</strong><br />

manera imprecisa. El arte es un compañero<br />

esencial para nuestras preguntas.<br />

Traducción <strong>de</strong> Elena Gonzalez Escrihuela

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