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25.qxd 02/09/<strong>2002</strong> 03:50 p.m. Página 74<br />
PAGINA 74 | RAMONA FEDERAL / ROSARIO<br />
sabores y la entelequia, existe el sentido <strong>de</strong><br />
carencia infinita que al hombre, limitado hasta<br />
el ojo, le hace enten<strong>de</strong>r a la oscuridad tan solo<br />
como falta o ausencia. Raoul Hausmann, un<br />
dadaísta al fin y al cabo tan obstinado en romper<br />
como en armar, avanza hasta lo más minucioso<br />
<strong>de</strong> la sustancia, muer<strong>de</strong> a la oscuridad, y<br />
se <strong>de</strong>ja mor<strong>de</strong>r en la carne propia <strong>de</strong> la existencia.<br />
Sinfín <strong>de</strong> enrosques <strong>de</strong> materia sobre<br />
materia. Un volumen que recita poemas para<br />
ser dichos por máquinas mudas.<br />
Ojo a merced <strong>de</strong> monóculo.<br />
“Planchadita, planchadita,<br />
planchadita...”<br />
(Primer Salón Diario La Capital, Museo<br />
Castagnino, junio y <strong>julio</strong> <strong>2002</strong>)<br />
por Beatriz Vignoli<br />
“Frantz Fanon dijo que lo importante <strong>de</strong>l nacionalismo<br />
<strong>de</strong> un pueblo oprimido es que, una vez<br />
que realiza sus objetivos, <strong>de</strong>bería <strong>de</strong>sarrollar<br />
una conciencia social que es muy diferente <strong>de</strong><br />
una conciencia nacional.”<br />
Edward Said<br />
Algo pasa en Rosario. Cuando hacia abril <strong>de</strong>l<br />
<strong>2002</strong> el Museo Municipal <strong>de</strong> Bellas Artes Juan<br />
B. Castagnino convocó a un salón temático<br />
que solamente admitiría obras inspiradas en los<br />
colores <strong>de</strong> la ban<strong>de</strong>ra argentina, se encendieron<br />
algunas luces <strong>de</strong> alerta en los cerebros<br />
progresistas <strong>de</strong> la ciudad. “Una empresa con<br />
riesgos”, comentaría Rubén Chababo, luego <strong>de</strong><br />
la inauguración <strong>de</strong>l 20 <strong>de</strong> junio, en una página<br />
<strong>de</strong>l mismo pulpo gráfico que avalaba la convocatoria:<br />
el diario La Capital.<br />
No era la primera vez que el Museo aceptaba<br />
que un organismo <strong>de</strong> claro perfil maquiavélico<br />
financiara una muestra colectiva <strong>de</strong> arte contemporáneo<br />
(véase <strong>Ramona</strong> números 22 y 23).<br />
La invitación a<strong>de</strong>más invitaba a preguntarse<br />
qué rol jugaría ahí el provanguardista Fernando<br />
Farina, quien funge a la vez como crítico <strong>de</strong> arte<br />
<strong>de</strong>l diario La Capital y como director <strong>de</strong>l Museo.<br />
Algunos habrán recordado la triste <strong>de</strong>rechización<br />
<strong>de</strong> las vanguardias europeas entre las dos<br />
gran<strong>de</strong>s guerras <strong>de</strong>l siglo veinte. Si Marinetti se<br />
hizo amigo <strong>de</strong> Mussolini, si los cubistas abandonaron<br />
el análisis y se pusieron a pintar arlequines,<br />
si la historia se repite como comedia<br />
negra... ¿qué esperar en la cuna <strong>de</strong> dos<br />
Negros, Fontanarrosa y Olmedo? ¿Veteranos<br />
<strong>de</strong> Malvinas furiosos por una ban<strong>de</strong>ra quemada?<br />
Unos amigos, que fueron a la inauguración, me<br />
habían advertido que la mano venía chauvinista.<br />
Pero luego vi que <strong>de</strong> las obras expuestas, la<br />
única que explicitaba algún grado intenso <strong>de</strong><br />
xenofobia era la instalación <strong>de</strong> pared “Cielito<br />
patriótico” (don<strong>de</strong> los alacranes ro<strong>de</strong>ando la<br />
ban<strong>de</strong>ra simbolizaban a los “godos” y un cartel<br />
explicativo instruía sobre el sentido <strong>de</strong> la palabra<br />
“godos”: enemigos <strong>de</strong> la patria, así nomás).<br />
Se me había alertado sobre una proliferación<br />
<strong>de</strong> mujeres y niños hambrientos pisoteados por<br />
burgueses con la sigla FMI: pero solamente la<br />
instalación y los dibujos que aportaba en calidad<br />
<strong>de</strong> invitado uno <strong>de</strong> los ilustradores <strong>de</strong>l diario<br />
incurría en esas patéticas obvieda<strong>de</strong>s (y<br />
muchas otras más: un cráneo <strong>de</strong> vaca, 2 cacerolas,<br />
4 neumáticos listos para quemar, un<br />
facsímil <strong>de</strong> la Declaración <strong>de</strong> la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia,<br />
ca<strong>de</strong>nas a discreción...). La sala <strong>de</strong> los ilustradores<br />
invitados era la primera entrando al primer<br />
piso por el ala izquierda. En la siguiente<br />
sala estaba la instalación con migajas <strong>de</strong> torta<br />
con colorante celeste que había <strong>de</strong>spertado la<br />
indignación crítica <strong>de</strong> Rubén Chababo, quien<br />
<strong>de</strong>bió sentir, con justa razón, que se lo estaba<br />
agarrando <strong>de</strong> pelotudo (el título <strong>de</strong> la obra era<br />
“Esto no es una torta”, un cartel explicaba que<br />
allí había habido una torta, etc., etc.).<br />
Seguramente Chababo entró por la izquierda...<br />
en todo sentido. Coincido en que había algo<br />
<strong>de</strong>plorable en este salón. Dado un tema potencialmente<br />
patriótico, el aplanamiento <strong>de</strong> la<br />
libertad creativa y <strong>de</strong>l internacionalismo <strong>de</strong>l<br />
arte mo<strong>de</strong>rno resultaba inevitable. A menos<br />
que se recurriera a actos artísticos <strong>de</strong> violencia<br />
simbólica, que esta vez (por suerte) faltaron.<br />
Al entrar por la <strong>de</strong>recha se avistaban, en este<br />
or<strong>de</strong>n: “Corralito” (una tranquera albiceleste<br />
muy bien fotografiada por Alejandra Mettler,