31.10.2012 Views

Las Ultimas Treinta Vidas De Alcione (C. W. Leadbeater)

Las Ultimas Treinta Vidas De Alcione (C. W. Leadbeater)

Las Ultimas Treinta Vidas De Alcione (C. W. Leadbeater)

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

mezcla de curiosidad, no las tenían nuestros héroes todas consigo y, por otra parte, sospechaban<br />

fundadamente que algunos reptiles fuesen carniceros y acaso ponzoñosos. Había mucha vegetación, sobre<br />

todo en cercanía de agua, pero desmedrada y pigmea excepto una especie de bambú, que, incapaz de<br />

sostenerse en arraigo, reptaba a lo largo del terreno. También se veían árboles parecidos unos al cactus y<br />

otros al áloe, así como juncos y espadañales, pero todos de color pálido plomizo, sin que planta alguna<br />

llegara al verde.<br />

Cuando ya estaban nuestros amigos algún tanto acostumbrados a semejante vida, ordenóles la voz<br />

que prosiguiesen la marcha en línea recta y salieron del valle por la misma abertura por donde entraran.<br />

Pronto perdieron de vista el valle con su extraña y difusa luz, y se vieron como extraviados en aquel<br />

mundo de pesadillas, al que, ciertamente, no les quedarían ganas de volver. Siguieron andando, a pesar de<br />

las dificultades del camino, y al fin encontraron otras gentes mucho menos salvajes que las otras, pues<br />

tenían habitaciones, siquiera se redujesen a aberturas practicadas en la roca viva. No conocían el fuego,<br />

pero habían domesticado un animal semejante a la cabra del que aprovechaban la leche y la carne. Tanto<br />

esta última como la de otros animales muy parecidos a tortugas, la cocían en unos géiseres o surtidores de<br />

agua hirviente que por allí brotaban.<br />

Acaso fuesen gentes de la misma raza que los otros subterrícolas, pero estaban sin duda alguna<br />

mucho más adelantados. Sabían algo de dibujo y grababan signos en las rocas con arreglo a un sistema<br />

muy primitivo, que consistía en incisiones redondas a manera de rayos que, dispuestos en línea recta,<br />

tenían un significado, y dispuestos en ángulo, otro distinto. No eran letras, sino ideogramas o signos<br />

representativos de los objetos que grababan en la roca por medio de instrumentos cortantes y<br />

desgastantes. Conocían el arte de hilar y tejer fibras de una especie de esparto, con las que hacían lienzos<br />

de tejido y también cordones y soguillas, en las que las mujeres ensartaban piedras de color.<br />

Llegaron nuestros amigos a un paraje abundante en piedras preciosas, de las que recogieron algunos<br />

soberbios ejemplares de extremada rareza en el mundo súper-terrícola. Aquellas gentes, cuyo aspecto<br />

denotaba mayor cultura, se embadurnaban de cuando en cuando la piel con el limo colorado que había por<br />

los alrededores de los géiseres. Entre los colores más frecuentes se contaban el rosa, verde y amarillo, que<br />

bien pudiera ser azufre, a semejanza de las vasijas decoradas de los museos. Para recoger el limo se<br />

servían de piedras llanas.<br />

Con mucha dificultad retrocedieron <strong>De</strong>metrio y <strong>Alcione</strong> en su camino, hasta encontrar la salida de<br />

la caverna. Quedábanles todavía algunas de las provisiones que trajeran, aunque ya secas y duras, y<br />

también llevaban unos cuantos hongos. Hicieron antorchas de bambú, que tras infructuosos intentos<br />

lograron encender con la llama resultante de frotar una cuerda contra una rama.<br />

Por fin salieron al aire libre, pero les fue preciso esperar más de un día a que sus ojos se fueran<br />

acostumbrando al brillo del sol y a reponerse de la debilidad orgánica que les producía el cambio de<br />

ambiente.<br />

La misteriosa voz le dijo a <strong>Alcione</strong> que aquella experiencia le era muy necesaria, pues le había<br />

proporcionado un más amplio conocimiento de las modalidades de la vida y evolución, de modo que<br />

pudiera mejor comprenderlas, en espera de completar más adelante este conocimiento. Pero, por de<br />

pronto, tenía que volver a su casa, reunirse con su familia y disponerse inmediatamente a otra prueba. Los<br />

dos amigos convinieron en no decir a las gentes que encontraran nada de cuanto les había sucedido, y<br />

reservarlo todo hasta llegar a casa y contárselo a la familia, como así lo hicieron. El padre de <strong>Alcione</strong>,<br />

luego de escuchar el relato de su hijo, habló de esta manera: “Verdaderamente, hay, no entre nosotros,<br />

sino entre los atlantes, la tradición de que existen gentes subterrícolas”. Por su parte también contó<br />

<strong>De</strong>metrio algo de la aventura a algunos amigos que la tuvieron por imaginada fábula, Sin embargo, la<br />

familia sabía que era cierta, y la tuvo, sin vacilar por maravillosa experiencia.<br />

<strong>Alcione</strong> reanudó la vida sacerdotal y, no obstante sus pocos años, desempeñó cargos de mucha<br />

importancia en que, según corría el tiempo, ayudaba más eficazmente a su padre, sin dejar por ello la<br />

117

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!