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Las Ultimas Treinta Vidas De Alcione (C. W. Leadbeater)

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VIDA XIX<br />

Nacimiento Duración Muerte Intervalo<br />

Vida<br />

Lugar de<br />

No. Año Años Año Años Sexo Nacimiento Raza Subraza<br />

19 8775 83 8692 840 M India V 1<br />

Cuando las absolutas exigencias de la evolución no le llevan a otro país, nuestro héroe parece como<br />

si naturalmente gravitara hacia la gran madre India. Allí le vemos renacer esta vez también con cuerpo<br />

masculino el año 8775 antes de J. C., en la ciudad llamada Dorasamudra (hoy Halebidu), al Norte de<br />

Hassan, en Mysore. Fue su padre Proteo, y su madre Mercurio, santa mujer, famosa por su sabiduría.<br />

Recibió <strong>Alcione</strong> la que en aquel tiempo se consideraba exquisita educación, que consistía principalmente<br />

en aprender de memoria gran número de versos sobre las diversas materias de religión, historia, demótica,<br />

leves, medicina y aun matemáticas. Su madre tenía maravillosos conocimientos de todas estas ciencias, y<br />

su influencia le valió de mucho en todas ocasiones. Había en la religión del país multitud de ceremonias<br />

innecesarias, sobre cuya práctica enseñó Mercurio a su hijo, con lúcido criterio, que la vida virtuosa es de<br />

mayor importancia que mil ceremonias, y que la verdad, el honor y la bondad eran los sacrificios más<br />

aceptos a Dios.<br />

<strong>Alcione</strong> aprendió de labios de su padre muchas invocaciones sacerdotales en cuya pronunciación<br />

puso tal vigor, que logró obtener respuesta de las entidades a quienes iban dirigidas. Tenía <strong>Alcione</strong> gran<br />

fuerza de voluntad no obstante sus pocos años, pero a veces torcidamente aplicada, como, por ejemplo,<br />

cuando le sorprendieron una vez en el momento de arrancarse la uña de un dedo por ver si podía soportar<br />

el dolor. Lo mismo que en el Perú le dio fama su rara habilidad en copiar los manuscritos del templo y su<br />

prodigiosa memoria para retener innumerables versos, si bien este último primor lo debía a la influencia<br />

de su madre.<br />

A los veinte años de edad casó <strong>Alcione</strong> con Urano, hija de otro sacerdote, pues aunque en aquel<br />

tiempo no estaba completamente definida la casta de los brahmanes, había una como clase sacerdotal, con<br />

propensiones a mantenerse aparte de las demás gentes, y era natural, por lo tanto, que el hijo de un<br />

sacerdote se casara con la hija de un colega, si bien no era obligatoria la parigualdad de matrimonios. El<br />

padre de Urano gozaba de desahogado acomodo, pero no podía compararse en categoría a Proteo, que era<br />

hombre de poderosa influencia social, por hallarse al frente del templo metropolitano, magnífico edificio<br />

de piedra pulimentada y hábilmente esculpida. Cástor, rajá del país, sufragaba los gastos de este templo<br />

que pertenecía a la Casa real, y por ello influía Proteo poderosamente en los negocios del Estado, en<br />

calidad de consejero espiritual. Cástor dependía feudatariamente del soberano del país, llamado Marte,<br />

aunque excepto en lo referente a las relaciones con el extranjero, gobernaba autonómicamente.<br />

Poco después del matrimonio de <strong>Alcione</strong> llegó al país procedente del Norte un hombre llamado<br />

Aries, que tenía fama de mago, no mal adquirida por cierto, pues gracias a sus profundos estudios había<br />

logrado efectivo dominio sobre algunas entidades astrales, y sus extensos conocimientos de química y<br />

electricidad le capacitaban para realizar experimentos que en aquellos tiempos parecían milagros. Todo<br />

ello fue causa de que Aries cobrase cada día mayor ascendiente en el ánimo de Cástor, a expensas de la<br />

influencia hasta entonces ejercida por el ortodoxo Proteo. Sin embargo, no se declaró Aries en franca<br />

oposición a Proteo, pues no era hombre de mal corazón, aunque aprovechaba toda coyuntura favorable a<br />

su encumbramiento. Más que la apetencia de lucro le estimulaba el afán de poderío y el placer sentido al<br />

realizar unos experimentos que tan profundamente impresionaban al pueblo. En cambio Proteo estaba<br />

disgustadísimo por el menoscabo de su influencia la disminución de ofrendas públicas, que naturalmente<br />

achacaba a la maléfica intervención de Aries.<br />

Así continuaron las cosas por algunos años, cada vez con mayor aspereza, sobre todo desde que<br />

Cástor mandó edificar un templo servido por Aries, cuyo sacerdocio estuvo en notoria oposición con el de<br />

Proteo. Creía éste, y no tenía reparo en decirlo, que Aries era culpable de emplear formas ilícitas de<br />

magia, pues había adquirido no muy envidiable reputación, y si unos le admiraban, otros, por el contrario,<br />

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