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Las Ultimas Treinta Vidas De Alcione (C. W. Leadbeater)

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estado ligados en una vida anterior. Muy penoso era para <strong>Alcione</strong> el sacrificio de todas sus esperanzas; pero,<br />

al cabo de algunos días de interna lucha, dio el solicitado consentimiento, y Helios se fue con el eremita al<br />

corazón de la montaña. <strong>De</strong>spués de la partida de su hijo, cayó <strong>Alcione</strong> en tan profunda melancolía que<br />

repugnaba todo consuelo.<br />

Pasados unos días, trató Héctor, el hijo menor, de disipar la melancolía de su madre, diciéndole que, si<br />

bien su hermano se había ido, estaba en más alta y noble vida, y que aun quedaba él para substituirle en la<br />

del mundo. Nunca había pensado <strong>Alcione</strong> en que su hijo menor pudiera dar cumplimiento al vaticinio, pues<br />

siempre puso sus esperanzas en el primogénito, aunque no por eso dejaba de mostrarse cariñosa y amante<br />

con el segundón.<br />

Regocijóse Alastor malignamente al saber que el gallardo Helios había abrazado la vida ascética, y<br />

vio entonces que le era de absoluta necesidad tener un hijo, al cual efecto urdió una intriga, cuyo resultado<br />

fue presentar ante la corte como hijo propio a Escorpión, que lo era ilegítimo de una criada de palacio<br />

llamada Hesperia, cuyo silencio compró precavidamente. No obstante el inmerecido éxito del plan, andaba<br />

siempre Alastor temerosa de que se descubriese la suplantación, y acometiéronle deseos de deshacerse de<br />

posibles rivales de su fingido heredero. Inquieta todavía respecto a <strong>Alcione</strong>, intrigó en varias ocasiones<br />

contra ella, y aun por su propia mano hubiera asesinado una noche a Héctor, de no equivocarse de aposento<br />

y matar por error a Rigel. La asesino pudo escapar sin que la reconociesen, pero <strong>Alcione</strong> sospechó siempre<br />

de ella.<br />

Fracasado aquel intento, acusó Alastor de conspiración a <strong>Alcione</strong>, y tuvo la suficiente astucia para<br />

amañar pruebas y testimonios falsos, cuyo resultado fue que <strong>Alcione</strong> y su hijo hubieran de salir desterrados<br />

de la ciudad. Comprendió entonces. <strong>Alcione</strong> que no sólo aquella desdicha, sino también la muerte de su hija<br />

Rigel, eran obra de Alastor, por lo que cobró acerbo rencor contra ésta, y, en un momento de cólera, juró<br />

vengarse algún día. Muy pobremente hubo de pasar <strong>Alcione</strong> el destierro en un Estado fronterizo, y se<br />

ganaba la vida en la confección y venta de dulces de pastelería. Transcurrieron así algunos años, durante los<br />

cuales no cesó <strong>Alcione</strong> de alimentar el odio que contra Alastor sentía. Murió por entonces Cáncer y la reina<br />

viuda logró el reconocimiento de su supuesto hijo por heredero del trono, el cual dio notorias muestras de<br />

disoluto e inhábil. Entre otras fechorías, violó a su hermana carnal Tetis, aunque ignoraba que lo fuese, y<br />

enfurecida por ello su verdadera madre, Hesperia, denunció la superchería del nacimiento. Negó la reina<br />

viuda, como era natural, las aseveraciones de la criada, y la envenenó en venganza; pero ya se había<br />

difundido a voz por el país, y no eran pocos los que como verdad la recibían.<br />

Llegaron los rumores a oídos de Marte, soberano le Sravasthi, quien vino a indagar personalmente el<br />

caso, y como encontrara sobradas pruebas de la suplantación, depuso del trono al hijo de la criada y puso en<br />

su lugar a Héctor, después de no pocas dificultades para averiguar su paradero y el de su madre, quien desde<br />

entonces refrenó la impulsividad de su carácter y convirtióse en solícita consejera de su hijo. Durante algún<br />

tiempo, fue <strong>Alcione</strong> de hecho la soberana del país, que prosperó grandemente gracias a su sabiduría y<br />

prudencia.<br />

Quedaba, sin embargo, un poderoso partido de los adictos al antiguo régimen que, por haber sido<br />

destituidos de sus cargos, conspiraban contra el nuevo orden de cosas. Por entonces contrajo matrimonio el<br />

joven monarca con Régulo, cuya conducta no satisfizo del todo a su regio consorte, pues era en extremo<br />

ambiciosa y no le placía la influencia de <strong>Alcione</strong>, por lo que comenzó a maniobrar contra ésta, induciendo<br />

al rey a obrar en oposición a su madre. Durante algunos años, persistió la nuera en su animadversión a la<br />

suegra, hasta que cayó gravemente enferma de sobreparto. Cuidó entonces <strong>Alcione</strong>, no sólo de la enferma,<br />

sino también de los nietos, con tan maternal solicitud, que Régulo no pudo por menos de transmutar en<br />

amor el odio que su suegra le había inspirado.<br />

Sucedió a la sazón que Alastor vino secretamente del destierro en que estaba desde el destronamiento<br />

de su fingido hijo, y, para reponerlo en el trono, tramó una conjura, con tan desgraciado éxito, que fue<br />

descubierta y presa. Conducida ante el rajá, mandó éste llamar a su madre, y una vez en presencia de ella le<br />

dijo:<br />

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