31.10.2012 Views

Las Ultimas Treinta Vidas De Alcione (C. W. Leadbeater)

Las Ultimas Treinta Vidas De Alcione (C. W. Leadbeater)

Las Ultimas Treinta Vidas De Alcione (C. W. Leadbeater)

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Esta gran procesión produjo excelente efecto, aunque la general alegría quedó turbada por el<br />

lamentable accidente de que un hinduista fanático, o más bien loco, se abalanzó contra el rey con intento<br />

de asesinarle, como lo hiciera, si en el acto no le prendieran y desarmaran. El rey dio orden de que la<br />

procesión siguiera su curso como si nada hubiese ocurrido. Posteriormente se abrió una sumaria<br />

investigación sobre el caso, y en consecuencia fueron desterrados muchos brahmanas sospechosos de<br />

complicidad en el regio atentado.<br />

El rey fue entonces con toda pompa y vestido de gala a Prayag (hoy Allahabad) donde celebró una<br />

aparatosa ceremonia de renunciación, entregando a los pobres y a los templos sus alhajas, corona y<br />

vestiduras reales. <strong>De</strong>sgraciadamente, pocos años después, el de 648, murió el rey Harsha, no tardando en<br />

desmembrarse el poderoso imperio a costa de tanta sangre restaurado con su espada.<br />

Inmediatamente después de muerto el rey se apoderó del gobierno supremo su primer ministro,<br />

llamado Arjuna, quien sólo pudo retener el primitivo reino del difunto Harsha, que en menos de dos años<br />

fue conquistado por los mogoles. Entonces se presentaron varios pretendientes a la corona, y la ciñó por<br />

fin el príncipe Vasudharman, aunque sin extender su soberanía más allá de la comarca de Pañchâla. Estas<br />

turbulencias no llegaron a la ciudad de Kanyakubja, cuyos templos no sufrieron daño alguno ni tampoco<br />

merma de consideración en sus ingresos, que fluctuaban según la religión profesada por el rey fuese<br />

hinduista o buddhista.<br />

Visitó <strong>Alcione</strong> en su peregrinación los más famosos santuarios del norte de la India, y hubo de<br />

recorrer, aunque sin recordarlo, las etapas seguidas en su precedente existencia. Sin embargo, por dos<br />

veces tuvo una visión que entrañaba el recuerdo de las más culminantes escenas de su vida anterior. La<br />

primera vez vio al mismo Buddha en el prado donde con Mizar escucharon las enseñanzas del Maestro.<br />

También fue a Saranath donde halló una magnífica columna coronada por un león que señalaba el paraje<br />

donde el Maestro acostumbraba a predicar. Estaba la columna en el centro de un vasto semicírculo donde<br />

se erigían las grandiosas y pobladas edificaciones del monasterio.<br />

<strong>Alcione</strong> sintió mucho la muerte del rey Harsha que tanto había protegido al monasterio; pero, según<br />

hemos dicho, las turbulencias políticas de los últimos años, no distinguieron gran cosa entre templos y<br />

monasterios, y, si bien estos últimos perdieron el benéfico patronato del rey, las peregrinaciones<br />

continuaron a pesar de la guerra, y aun los mismos mogoles respetaron los templos buddhistas con tanta<br />

veneración como los naturales del país. Unos seis años después de la muerte del rey Harsha, visitó el<br />

monasterio Dharmagyoti, el antiguo amigo y protector de <strong>Alcione</strong>, que en aquella era el famoso<br />

predicador y Maestro Aryasanga, quien permaneció algún tiempo en Kanyakubja atrayendo multitud de<br />

gentes con su elocuencia. Hubieran querido todos que entre ellos se quedase, pero tenía formado<br />

propósito de difundir las enseñanzas del Buddha por las montañas del Tíbet y no le era, posible detenerse<br />

en su camino.<br />

Los antiguos lazos se reafirmaron de pronto sin que <strong>Alcione</strong> comprendiese el motivo de la<br />

irresistible simpatía que le impulsó a postrarse a los pies del insigne restaurador. Aryasanga acogió<br />

sonriente al joven monje, y muy luego intimaron ambos hasta el punto de que <strong>Alcione</strong> fue uno de los<br />

escogidos por el maestro para que le acompañaran en su viaje al Tíbet, no obstante el pesar entremezclado<br />

de gozo con que el abad le veía partir.<br />

Anduvieron durante muchos días hacia la montaña, deteniéndose semanas enteras en los diversos<br />

monasterios del camino. Aryasanga predicaba sin cesar a los monjes y al pueblo, y a todos comunicaba su<br />

celoso entusiasmo. En varias ocasiones dio a <strong>Alcione</strong> el encargo de predicar a la multitud, y siempre lo<br />

cumplió a satisfacción de su maestro. Hicieron la primera parada en el monasterio situado en el apacible<br />

valle de Nepal, donde permanecieron un año dedicados a la enseñanza de los monjes, fomentando el<br />

espíritu religioso en gran parte del país y erigiendo el monasterio en una especie de metrópoli de la fe<br />

reformada. En este monasterio dejó Aryasanga a sus sucesores la maravillosa recopilación. llamada: Libro<br />

de los preceptos de oro, que empezaba con las Estancias de Dzyan y contenía muchas citas de las obras<br />

177

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!