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Las Ultimas Treinta Vidas De Alcione (C. W. Leadbeater)

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VIDA XXI<br />

Nacimiento Duración Muerte Intervalo<br />

Vida<br />

Lugar de<br />

No. Año Años Año Años Sexo Nacimiento Raza Subraza<br />

21 6986 77 6909 945 F Egipto V 1<br />

Tras siete vidas sucesivas en cuerpo masculino, nace nuestro héroe con sexo femenino el año 6986<br />

antes de J. C, en el poderoso reino de Egipto. Diéronle al nacer el nombre de Sebek-neferu-râ, y fue hija<br />

de Sirio, gobernador de provincia, hombre muy influyente en el país, de rancia nobleza y muy<br />

considerado en la corte del Faraón. Su madre, Osa, era de raza blanca, hija de un caudillo medio salvaje<br />

de las cercanías del Atlas, por lo que jamás se sacaba a relucir la ascendencia materna de <strong>Alcione</strong>.<br />

Osa no quería mucho a su hija, porque esperaba varón; pero en cambio, el padre la amaba con<br />

delirio. Cuando año y medio después tuvo Osa un hijo (Egeria), concentró en él todos sus amores, con<br />

descuido del que a <strong>Alcione</strong> debía y, en consecuencia, se estrechó más aun el cariño que a padre e hija<br />

ligaba. Osa era muy altanera e impulsiva, por más que trataba de dominarse. Sirio, al contrario, era de<br />

carácter tranquilo y resuelto.<br />

Excelente educación recibió la niña <strong>Alcione</strong>, cuya aguda inteligencia, espíritu observador y<br />

exquisita sensibilidad estaban contrariados hasta cierto punto por lo reservado y tímido de su carácter.<br />

Durante la infancia y adolescencia no se apartó mucho del lado de su padre, quien, a petición propia, la<br />

retuvo en calidad de secretario, cuyo cargo desempeñó idóneamente. Al cumplir <strong>Alcione</strong> quince años,<br />

tuvo Sirio una molesta enfermedad, durante la cual llevó ella con mucho acierto la mayor parte del<br />

despacho, sin necesidad de consultar a su padre y actuando gallardamente en su nombre. Sin embargo, no<br />

quiso firmar ninguna sentencia de muerte en caso alguno, aunque ejerció los demás poderes de la<br />

jurisdicción gubernativa de su padre con el sello oficial. Cuando Sirio estuvo ya restablecido, confirmó<br />

las resoluciones de su hija que necesitaban sanción personal, y le satisfizo cuanto había hecho. Dos años<br />

más tarde falleció Osa, a consecuencia de una enfermedad consuntiva, tras terribles sufrimientos. <strong>Alcione</strong><br />

la cuidó solícitamente todo aquel tiempo, mientras que Egeria, el hijo por cuyo amor había desdeñado<br />

Osa el de <strong>Alcione</strong>, pasaba la mayor parte del tiempo fuera de casa, y sólo de tarde en tarde iba a ver a su<br />

madre. En aquella última enfermedad reconoció Osa que no se había portado justamente con <strong>Alcione</strong>,<br />

llevada del ciego amor tan inconsideradamente puesto en su hijo.<br />

<strong>De</strong>spués de la muerte de Osa, pidió la mano de <strong>Alcione</strong> un joven de su misma alcurnia, a quien ella<br />

no recibió con desvío, pero sí con el sentimiento de verse obligada a separarse de su padre, el cual, por su<br />

parte, también presagiaba que la vida no le había de ser posible sin su hija. Sin embargo, estimulóle a<br />

aceptar por marido al joven pretendiente, cuyo afecto parecía sincero, y en consecuencia, se casó con él<br />

<strong>Alcione</strong>, y fue dichosa, aunque siempre suspiró por la feliz época de su infancia. <strong>Las</strong> ceremonias<br />

religiosas de aquel tiempo la emocionaban profundamente y le parecían de absoluta realidad mientras<br />

duraban. El pomposo ritual egipcio, las magníficas procesiones por el Nilo, los himnos y danzas en honor<br />

de los dioses, los prodigios de magia que operaban los sacerdotes y las eventuales apariciones de las<br />

divinidades ejercían poderosa influencia en sus sentimientos y desempeñaron importantísimo papel en su<br />

vida.<br />

Tuvo <strong>Alcione</strong> once hijos, a quienes amó entrañablemente. Eran muy hermosos y formaban lindo<br />

cuadro cuando se reunían en torno de su madre, que vivió exclusivamente para ellos, pues miraba la<br />

política como función fatigosa, aunque, cuando era preciso, sabía desempeñar su papel de gran señora y<br />

se portaba generosa y justamente con cuantos de ella dependían. Su hermosura física le atrajo numerosos<br />

solicitadores, a quienes, sin excepción, rechazó para ser fiel a su marido.<br />

Cierto día, un viejo llamado Tetis, mercader ambulante, amenazó a <strong>Alcione</strong>, si no le entregaba<br />

dinero, con publicar la historia de su madre, cuya juventud había sido muy borrascosa. Ya dijimos que<br />

Osa era de carácter impulsivo y voluntarioso. En su mocedad se negó a casarse con el joven que su padre<br />

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