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Las Ultimas Treinta Vidas De Alcione (C. W. Leadbeater)

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VIDA XXX<br />

Nacimiento Duración Muerte Intervalo<br />

Vida<br />

Lugar de<br />

No. Año Años Año Años Sexo Nacimiento Raza Subraza<br />

30 D.C. 624 70 D.C. 694 1201 M India V 1<br />

La maravillosa influencia del Señor Buddha alteró el intervalo entre las vidas de <strong>Alcione</strong>, pero no<br />

su propensión a renacer en la India. Una vez más le vemos en esta sagrada tierra, nacido el año 3726 de la<br />

edad de Kali, correspondiente al 624 de J. C. y al decimoctavo del reinado de Harsha, en las cercanías de<br />

Kanyakubja, hoy Kanauj, a orillas del Ganges. El rey Harsha, llamado también Siladitya, había subido al<br />

trono el año 606. <strong>Alcione</strong> fue hijo de un brahmana de nombre Yayasekara y religión buddhista, aunque<br />

perteneciente a la clase sacerdotal.<br />

Muchísimas gentes de todas las castas sociales habían abrazado por entonces la religión buddhista,<br />

y en consecuencia no distinguían diferencia de castas; pero, sin embargo, los sacerdotes eran reconocidos<br />

y tratados como tales por los que todavía profesaban la antigua religión.<br />

Los lazos de castas eran todavía muy fuertes, pero no tan rigurosas las restricciones, pues los<br />

brahmanas que abrazaban el buddhismo no rehuían el trato y convite de los buddhistas de las otras castas,<br />

aunque sin adulterar por ello la estirpe sacerdotal, y así ocurría que los brahmanas hinduistas contrajeran.<br />

enlaces matrimoniales con sus compañeros buddhistas bajo la expresa estipulación de que cada cónyuge<br />

conservaría el libre ejercicio de su religión. Sin embargo, los brahmanas buddhistas no se enlazaron con<br />

gentes de las demás castas, aunque con ellos convivieran.<br />

Se distinguía aquella época por su decadente y estéril civilización. Todo estaba en extremo<br />

especializado, y a la característica virilidad de la raza en tiempos del Señor Buddha habían sucedido la<br />

molicie y la afeminación, y si el pueblo conservaba algunas costumbres loables, era más bien por<br />

tradición que por sentimiento del deber. El rey Harsha, dotado de común energía y cualidades belicosas,<br />

aspiraba a reconstituir el imperio de Ashoka, cuya empresa sólo pudo realizar en parte. Sin embargo,<br />

patrocinaba resueltamente el buddhismo y había dotado con esplendidez muchos templos y monasterios.<br />

<strong>Alcione</strong> en esta vida se llamó Upasena, pero todos le conocían por el sobrenombre de<br />

Dhammalankara que tomó al vestir el hábito amarillo. Su madre fue en extremo piadosa y mucho hubo de<br />

agradecer <strong>Alcione</strong> a la educación de ella recibida en sus primeros años. Tenía el niño <strong>Alcione</strong> muy<br />

despierto el sentimiento religioso, y de continuo declaraba lo que con el tiempo haría en favor del<br />

buddhismo. Otro aspecto de su carácter, muy distinto por cierto, era que tenía poderoso talento mecánico<br />

hasta el punto de inventar curiosos y útiles artefactos para el servicio doméstico.<br />

Estaba de moda por entonces que los padres dedicaran uno, por lo menos, de sus hijos varones a la<br />

vida monástica, y aplaudían al que por su propia vocación la abrazaba; pero a causa de la indecisa<br />

moralidad de la época, muy pocos eran los jóvenes que después de vestir el hábito y pasar el noviciado<br />

perseveraban en su primitivo propósito; mas no le sucedió así a <strong>Alcione</strong>, cuya piadosa madre le había<br />

infundido el ardoroso entusiasmo que le inspiraba la vida religiosa, y en consecuencia le prometió<br />

abrazarla.<br />

Esta promesa tuvo que resistir los embates de una terrible contrariedad, porque apenas había<br />

cumplido <strong>Alcione</strong> quince años, cuando se enamoró perdidamente de Ayax, algo parienta suya y<br />

muchacha de peregrina belleza que correspondió al afecto del joven prendada también de su gallarda<br />

figura. <strong>De</strong>claráronse ambos su mutuo amor con los acostumbrados juramentos de fidelidad eterna, y sin<br />

duda hubiesen acabado las relaciones en matrimonio, a no recordar <strong>Alcione</strong> la promesa hecha a su madre.<br />

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