HABLA EL ANTIGUO TESTAMENTO - OpenDrive
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Harán. Lidia, en el lejano oeste, se había aliado con Media, mientras que Amasis de Egipto,<br />
estaba nominalmente bajo el control de Babilonia.<br />
Ya en época temprana de su reinado, Ciro consolidó a las tribus persas bajo su mandato.<br />
Después hizo un pacto con Babilonia contra Media. Cuando Astiages, el gobernante de los<br />
medos trató de suprimir la revuelta, su propio ejército se rebeló e hizo que su rey se volviese<br />
hacia Ciro. En su resultante subyugación a Persia, los medos continuaron jugando un importante<br />
papel (ver Ester 1:19; Dan. 5:28, etc.).<br />
Desde el oeste, Creso, el famoso rey colmado de riquezas de Lidia, cruzó el río Halys<br />
para desafiar el poderío persa. Atravesando Babilonia en la primavera del 547, Ciro avanzó a lo<br />
largo del Tigris y cruzó el Eufrates en Capadocia. Cuando Creso declinó las ofertas conciliatorias<br />
de Ciro, los dos ejércitos se enfrentaron en una batalla decisiva. Aproximándose el invierno,<br />
Creso retiró a su ejército y se marchó a su capital en Sardis con una fuerza protectora mínima.<br />
Anticipando que Ciro le atacaría en la siguiente primavera, solicitó ayuda de Babilonia, Egipto y<br />
Grecia. En un movimiento de sorpresa, Ciro se dirigió inmediatamente sobre Sardis. Creso<br />
disponía de una caballería superior, pero le faltaba infantería para resistir el ataque. Ciro,<br />
astutamente, colocó camellos al frente de sus tropas. En cuando los caballos lidios olieron el<br />
hedor de los camellos, se sintieron atacados por el terror y se hicieron ingobernables. Por esta<br />
causa, los persas ganaron la ventaja de la sorpresa y dispersaron al enemigo. Asegurándose<br />
Sardis y Mileto, Ciro resolvió su encuentro con los griegos en la frontera occidental y se volvió<br />
hacia el este para conquistar otras tierras. 316<br />
En el este, Ciro marchó victoriosamente con sus ejércitos por los ríos Oxus y Jaxartes,<br />
reclamando el territorio Sogdiano y extendiendo la soberanía persa hasta las fronteras de la<br />
India. 317 Antes de volver a Persia, había duplicado la extensión de su imperio.<br />
La próxima empresa de Ciro fue el dirigirse hacia las ricas y fértiles «anuras de<br />
Babilonia, donde una población insatisfecha con las reformas de Nabónido estaba dispuesta a<br />
darle la bienvenida al conquistador. Ciro Presintió que el momento estaba maduro para la<br />
invasión y no perdió el tiempo en conducir sus tropas a través de las montañas, aprovechando sus<br />
pasos, y evitando los aluviones. Conforme varias importantes ciudades tales como Ur, Larsa,<br />
Erec, y Kish apoyaban a la conquista persa, Nabónido rescató a los dioses locales y se los llevó<br />
para salvaguardarlos a la gran, ciudad de Babilonia, que se suponía era inexpugnable. Pero los<br />
babilonios se retiraron ante el avance del invasor. Al poco tiempo, Ciro se establecía como el rey<br />
de Babilonia.<br />
En Babilonia Ciro fue aclamado como el gran liberador. Los dioses que habían sido<br />
tomados de las ciudades circundantes fueron devueltos a sus templos locales. No solo reconoció<br />
Ciro a Marduc como el dios que le había entronizado como rey de Babilonia, sino que<br />
permaneció allí durante varios meses para celebrar el festival del Año Nuevo. 318 Aquello fue un<br />
excelente comportamiento político para asegurarse el apoyo popular, conforme asumía el control<br />
del vasto Imperio Babilónico, extendiéndose al oeste a través de Siria y Palestina hasta las<br />
fronteras de Egipto.<br />
Los asirios y babilonios fueron notorios por su política en llevar pueblos conquistados a<br />
territorios extranjeros. La consecuencia de semejante política distinguió a Ciro como un<br />
conquistador al que se le daba la bienvenida. Alentó a pueblos desarraigados a que volviesen a<br />
316 Olmstead, op. cít., p. 41. Ver también Herodoto i. 71 y ss.<br />
317 Olmstead, op. cít., pp. 46-49.<br />
318 Pritchard, op. cit., pp. 315-316.<br />
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