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HABLA EL ANTIGUO TESTAMENTO - OpenDrive

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colectivo (11:14-21) pero en claros y definidos términos Ezequiel traza una línea de demarcación<br />

entre los justos y los infieles. Incluso aunque todos tengan que sufrir al presente, la última<br />

distinción entre ellos es una cuestión de vida o muerte. Los injustos perecen, los justos tendrán<br />

que vivir. Como las leyes básicas del Pentateuco están dirigidas al individuo, así Ezequiel en<br />

ello, resalta la responsabilidad de cada israelita.<br />

Habiendo tratado con el problema del individuo, Ezequiel revierte al tema de la máxima<br />

importancia: el destino de Jerusalén. En una lamentación (19:1-14), expresa el patético desarrollo<br />

que tendrán los acontecimientos, mostrando al príncipe de Judá como a un león capturado con<br />

cepos Y enjaulado para su deportación a Babilonia. El lamenta que la destrucción del reino sea<br />

tan completa, y que no quede un retoño ni siquiera un cetro Para un gobernante. 499<br />

VI. La última medida completa 20:1-24:27<br />

El fracaso de Israel 20:1-44<br />

El juicio en proceso 20:45-22:31<br />

Consecuencias de la infidelidad 23:1-49<br />

Ezequiel atemperado para el juicio 24:1-27<br />

Durante dos años, el profeta, como un atalaya, ha advertido fielmente al pueblo. Una vez más en<br />

el 591 una delegación de ancianos toma asiento ante él, para inquirir la voluntad del Señor.<br />

Sedequías está todavía en el trono de Jerusalén.<br />

Ezequiel revisa una vez más la historia de Israel. Esta vez resalta qu e Dios eligió a Israel<br />

en Egipto, le dio su ley, y les llevó a la tierra de Canaán, pero ellos no han hecho otra cosa que<br />

provocarle con sus ídolos, ritos paganos, y sacrificios. En su ira, Dios le ha esparcido y<br />

finalmente los volverá a traer purificados en, gracia a su propio nombre (21:1-44).<br />

La pronunciación de esta revisión recarga el énfasis del juicio que sigue como secuencia<br />

natural. Dios está encendiendo un fuego para consumir el Neguev (20:45-49). Está afilando su<br />

espada, llevando al rey de Babilonia a Jerusalén en un acto de juicio (21-22). Los príncipes han<br />

derramado sangre inocente, el pueblo es culpable de los males sociales, quebrantando la ley y<br />

olvidando a Dios. Jerusalén se convertirá en un horno para purificar al pueblo, mientras que<br />

derrama su ira.<br />

El pecado de los pactos con los extranjeros, está desarrollado en el capítulo 23, según<br />

Samaria, llamada Ahola y Jerusalén, llamada Aholiba, llevan sobre sí el cargo de la prostitución.<br />

Las alianzas con naciones extrañas, que frecuentemente implican el reconocimiento de dioses<br />

paganos, constituyen una grave ofensa hacia el Señor. 500 Infortunadamente, Judá falló en ver la<br />

caída de Samaria como un aviso. En vista de sus pecados Jerusalén está advertida de que los<br />

caldeos vendrán a ejercitar su juicio sobre ellos. 501 La copa de la ira de Dios está a la mano.<br />

499 Ver Is. 6:13.<br />

500 La demanda de un rey en los días de Samuel (I Sam. 8:5) refleja el hecho de que el pueblo estaba<br />

impresionado con los reyes paganos. Salomón hizo un pacto con Egipto, I Reyes 3:1. En el Reino del<br />

Norte, Jehú pagó tributo al rey asirio Salmanasar III, como está representado en el Obelisco Negro, ver<br />

Pritchard, Ancient Near Eastern Texis, p. 280. El Reino de Judá estuvo más seriamente implicado con<br />

Asiría, por Acaz, II Reyes 16:7 e Is. 7:1-17, quienes desafiaron a Isaías al hacer un tratado con Tiglatpileser<br />

III. Nótese también Ezequías y los babilonios en Is. 39:6.<br />

501 Nótese la advertencia de la condenación de Jerusalén anunciada por Isaías. Is. 39:6 y II Reyes,<br />

20:17.<br />

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