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Josefina Morales<br />
La precariedad del trabajo, la sobreexplotación, base del nuevo patrón de<br />
acumulación<br />
Ese proceso de acumulación descansó asimismo en una explotación creciente de la fuerza de trabajo,<br />
garantizada por una política laboral de control salarial, iniciada desde los primeros acuerdos firmados<br />
con el FMI donde se establecieron los topes salariales, bajos incrementos sin importar la inflación<br />
creciente; y en la última década con aumentos iguales a la inflación esperada. Paralelamente, las organizaciones<br />
sindicales han sufrido una ofensiva sin fin del capital y del Estado: un desplazamiento<br />
de la vieja dirigencia oficialista que mantenía ciertas posiciones del nacionalismo revolucionario y<br />
una imposición de direcciones más serviles que han aceptado el despido de miles de trabajadores del<br />
sector público en los años ochenta; un recorte incesante de los contratos colectivos; y, finalmente,<br />
una ofensiva brutal en la última década con el cierre anticonstitucional de la Compañía de Luz y<br />
Fuerza del Centro que dejó sin trabajo a 44 000 trabajadores y pretendió desparecer al Sindicato<br />
Mexicano de Electricistas (SME) y contra el sindicato nacional de los trabajadores mineros, con el<br />
cierre ilegal de Cananea, la histórica mina de cobre.<br />
En 1981, las remuneraciones de los trabajadores eran equivalentes a 37,5% del PIB, con la crisis de la<br />
deuda la caída fue fulminante y brutal y apenas si representaron 28,4% en 1986. En la década de los<br />
noventa la participación más baja se registró en 1996 con 28,9%; en 2003 alcanzó 31,4 y en 2011 se<br />
registró la más baja participación de todo el periodo neoliberal: 27,6% del producto interno bruto.<br />
La radiografía del trabajo muestra, según la Encuesta trimestral de ocupación y empleo (INEGI,<br />
2012), que de los 46,8 millones de personas consideradas como población ocupada en el tercer<br />
trimestre de 2012, los asalariados son 61,4%, por trabajadores por cuenta propia 22,5 y 6,6% no<br />
remunerados. En las actividades agropecuarias trabajan 6,7 millones de personas, en la manufactura<br />
siete millones, en la construcción 3,4 millones y en el sector terciario 28,7 millones, 61,3% del total.<br />
El desempleo crónico en la crisis provocó que en plena reestructuración del capitalismo el fenómeno<br />
migratorio de México hacia Estados Unidos se multiplicara y millones de mexicanos cruzaron la<br />
frontera en las últimas dos décadas, enfrentando la criminalización de los trabajadores no documentados<br />
y el creciente endurecimiento policíaco y militar contra ellos. Ahí está el muro de la vergüenza<br />
en la frontera norte de México. Los miles de millones de dólares enviados por los trabajadores mexicanos<br />
en Estados Unidos han paliado la enorme pobreza de nuestro país.<br />
La precariedad del trabajo en el país es brutal: la mayoría de los trabajadores trabajan en la informalidad,<br />
sin prestaciones ni seguridad social. Más de la tercera parte apenas si reciben hasta tres salarios<br />
mínimos, que no alcanzan a cubrir la canasta básica y más de cinco salarios, el 8,5% de los trabajadores<br />
y ahí están los empleados y los ejecutivos de alto nivel. Sólo 34,9% del personal ocupado tiene<br />
acceso a instituciones de salud.<br />
La nueva Ley Federal del Trabajo, aprobada en octubre pasado, en las últimas semanas del pasado<br />
gobierno con el acuerdo del nuevo gobierno priísta, bajo el formato exprés de las iniciativas presidenciales<br />
preferentes, impone las condiciones de trabajo de la maquila, de la considerada por un anterior<br />
secretario de trabajo panista, como la nueva cultura laboral. Codifica las condiciones de explotación<br />
de la subcontratación, del outsourcing, liberaliza el despido de los trabajadores con bajo costo para<br />
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