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Napoleón Saltos Galarza<br />
El modo de vida instituido por la modernidad capitalista amenaza la supervivencia del planeta<br />
tierra y de la humanidad. Esta paradoja presenta diversas formas: la expansión de la sociedad de<br />
consumo, el calentamiento global, presión sobre la biodiversidad y los recursos naturales, afectando<br />
sobre todo al Sur.<br />
En el calentamiento global inciden tiempos muy largos de modificación geológica del planeta y de<br />
su relación en el espacio. Empero, el modo de producción y el modo de vida dominado por el capital<br />
termina acelerando esos tiempos y procesos hasta el borde en que la naturaleza no tiene tiempo de<br />
recuperarse y restablecer los equilibrios: si el desarrollo mundial, el crecimiento demográfico y el<br />
consumo energético basado en los combustibles fósiles, siguen aumentando al ritmo actual, antes<br />
del año 2050 las concentraciones de dióxido de carbono se habrán duplicado con respecto a las que<br />
había antes de la Revolución Industrial.<br />
Detrás de estos problemas hay un cambio sustancial del capitalismo tardío que se inicia en la transición<br />
a la hegemonía norteamericana, en torno a los años 30-40, y que llega a su forma extrema, en<br />
una especie de “hipermodernidad” (Habermas, 1989) en nuestro tiempo: el desplazamiento (Echeverría,<br />
1998: 41) de la ganancia extraordinaria, “el acicate más evidente y primordial del progresismo<br />
en la sociedad moderna”, desde “la figura de la renta de la tierra” a “la figura de la renta tecnológica”.<br />
Dentro de la distribución del plusvalor, una porción se destina al pago no justificado de la ganancia<br />
extraordinaria y otra porción al pago también injustificado “a los propietarios de la tierra, por el<br />
simple hecho de que detentan un poder señorial sobre el territorio, el pago de la renta de la tierra.”<br />
Hoy asistimos a una “mutación tendencial de larga duración”: el predominio de la figura de la renta<br />
tecnológica sobre la renta tradicional de la tierra. Frente a la propiedad señorial de la tierra se consolida<br />
[…] una propiedad igualmente monopólica y señorial […] sobre la tecnología,<br />
sobre el secreto de una innovación técnica potenciadora de la productividad del<br />
proceso de trabajo. De la época del imperialismo, época de la lucha de los grandes<br />
conglomerados de acumulación de capital por concretarse en un territorio nacional<br />
con amplias bases naturales capaces de abaratar su producción, se ha llegado a la<br />
época en que la toma de concreción del capital busca la razón de ese abaratamiento<br />
en el provecho exclusivo que puede sacar de ciertos dispositivos técnicos singulares<br />
dentro de un proceso de producción determinado. […] El ‘cómo’ se produce vale<br />
más que el ‘con qué’ se produce. […] Esta última y definitiva subordinación de la<br />
naturaleza a la técnica, es una alteración radical y decisiva” (Echeverría, 1998:<br />
43-44).<br />
En este desplazamiento se asienta la sobreexplotación de la naturaleza, hasta arrastrar a la humanidad<br />
al borde de un fracaso ecológico que no es posible superar dentro de la lógica del capitalismo,<br />
pues es la base de su progresismo. Por ello el fracaso de las sucesivas cumbre mundiales del ambiente.<br />
Ante la crisis actual, el capital busca la salida en una espiral de “ganancia extraordinaria” asentada<br />
en la combinación del capital financiero, bajo las figuras especulativas de los “derivados”, con el<br />
capital rentista, tanto bajo la vieja figura de la renta de la tierra, como bajo la nueva figura de la<br />
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