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Ricardo Antunes<br />
Termina así concluyendo en la misma dirección de quienes defienden la pérdida de referencia de la<br />
teoría del valor:<br />
La crisis de medición del tiempo de trabajo engendra inevitablemente la crisis de<br />
medición del valor. Cuando el tiempo socialmente necesario para una producción<br />
se hace incierto, esa incertidumbre no puede dejar de re percutir sobre el valor de<br />
cambio de lo que se produce. El carácter cada vez más cualitativo, cada vez menos<br />
mensurable del trabajo, acaba cuestionando la pertinencia de las nociones de “plustrabajo”<br />
y de “plusvalía”. La crisis de la medición del valor cuestiona la definición<br />
de la propia esencia del valor. Cues tiona, en definitiva, el sistema de equivalencias<br />
que regula los intercambios comerciales (Gorz, 2005: 29-30).<br />
La desmedida del valor resulta así dominante y conduce al debili tamiento y al agotamiento de la<br />
teoría del valor. Cabe afirmar que esta tesis muestra claras coincidencias con la formulación habermasiana,<br />
pues sostiene que, con el avance de la ciencia, se produce una inevitable des-compensación<br />
del valor, que hace superfluo el trabajo vivo. El siguiente párrafo lo deja meridianamente claro:<br />
Con la informatización y la automatización, el trabajo ha dejado de ser la principal<br />
fuerza productiva y los salarios han dejado de ser el principal coste de producción.<br />
La composición orgánica del capital (es decir, la relación entre el capital fijo y el<br />
capital móvil) ha aumentado rápidamente. El capital se ha convertido en el factor<br />
de producción preponderante. La remuneración, la re producción, la innovación<br />
técnica continua del capital fijo material, requieren medios financieros muy superiores<br />
al coste del trabajo. El equilibrio entre ca pital y trabajo del “valor” producido<br />
por las empresas tiende a inclinarse de un modo cada vez más acentuado a favor del<br />
primero […] Los asalariados debían ser constreñidos a escoger entre el deterioro de<br />
sus condiciones de trabajo y el desempleo (Gorz, 2005a: 27-28; la cursiva es mía).<br />
Si ya no hay posibilidad de medir el valor y la ciencia informacional acaba sustituyendo al trabajo<br />
vivo, parece inevitable la desmedida del valor, reforzada ahora por la idea de la inmaterialidad del<br />
trabajo. No son pocos, sin embargo, los problemas presentes en estas formu laciones, si bien en este<br />
artículo no cabe más que indicarlos 4 .<br />
Frente a la propuesta de André Gorz, nuestra postura es que su análisis, al convertir el trabajo inmaterial<br />
en factor dominante e, incluso, determi nante en el capitalismo actual, desvinculado de la<br />
generación de valor, ha terminado obstaculizando la posibilidad de comprender las nuevas modalidades<br />
y formas de vigencia de esa ley; modalidades esas presentes en el nuevo proletariado de<br />
servicios (o cyberproletariado o infoproletariado), que conllevan actividades de perfil acentuadamente<br />
inmaterial, pero que son parte constitutiva de la creación de valor y están más o menos imbri cadas<br />
en los trabajos materiales.<br />
4 En Antunes, 2010, 2010a y 2011, hemos tratado de ofrecer varios de los elementos críticos que<br />
aquí señalamos a los lectores<br />
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