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Las transformaciones recientes de la economía cubana<br />

Esta necesidad del ahorro externo se impuso al constatar la imposibilidad de generar internamente<br />

y en breve plazo los recursos suficientes para crecer y –al mismo tiempo– atender necesidades sociales<br />

inaplazables 4 . Esta circunstancia reflejaba la dramática disyuntiva del socialismo en un país<br />

subdesarrollado, puesto a elegir entre concentrar la mayor parte de los recursos para asegurar el<br />

crecimiento económico, o por el contrario, dar prioridad al avance social como una de las premisas<br />

para un desarrollo sostenible a más largo plazo. Sin embargo aún cuando se hubiera dispuesto de<br />

recursos abundantes, la naturaleza de los obstáculos a enfrentar en cuanto a su dimensión y alcance<br />

hubieran hecho prácticamente imposible su rápida superación. (Rodríguez, 1990, Capítulo I; Rodríguez,<br />

1993)<br />

En primer término, la deformación estructural heredada en 1959 caracterizaba la economía como<br />

profundamente subdesarrollada tomando en cuenta su completa dependencia del imperialismo norteamericano,<br />

a partir de una estructura económica de base agrícola, con una propiedad mayormente<br />

latifundiaria y en manos de propietarios extranjeros; la monoproducción y monoexportación azucarera;<br />

y la enorme concentración del comercio exterior con Estados Unidos, a lo que se añadía la<br />

absoluta dependencia financiera y tecnológica del vecino del norte<br />

Adicionalmente, a la miseria y el abandono que asolaba la vida de la mayoría de los cubanos, se<br />

sumaba un desempleo y subempleo permanentes en una proporción más elevada que en otros países<br />

latinoamericanos y una población con bajos niveles de escolaridad, que –sin embargo– vivía bajo la<br />

fuerte influencia del american way of life, que generaba en ella rasgos de consumismo y aspiraciones<br />

muy alejadas de las posibilidades reales de la nación.<br />

En segundo lugar, la ausencia de desarrollo había generado una enorme deuda social acumulada que<br />

la Revolución tuvo que asumir, a partir de la necesidad impostergable de dar respuesta a reclamos<br />

populares referidos al empleo, la alimentación, la salud, la educación, la cultura, el deporte, la seguridad<br />

social y la vivienda (Rodríguez y Carriazo, 1990, Capítulo I).<br />

La atención inmediata y en el mayor grado posible a las demandas populares, junto al sentido de<br />

equidad y justicia social que emanaba de la propia Revolución, era un elemento vital para asegurar<br />

el apoyo político indispensable al proceso revolucionario. Este compromiso había sido refrendado<br />

ya en el Programa del Moncada 5 , en el que la unidad entre los aspectos económicos y sociales del<br />

proceso de desarrollo se había expresado con una claridad poco usual para esa época.<br />

4 En los primeros años de la Revolución se sobrevaloraron las posibilidades del ahorro interno y sobre<br />

esa base se planificaron tasas de crecimiento que resultaron inalcanzables. Al respecto puede<br />

verse el análisis realizado en la Primera Reunión Nacional de Producción en 1961. Ver Rodríguez<br />

(1990: 82-89).<br />

5 Este programa está contenido en el documento conocido como “La Historia me Absolverá”, alegato<br />

de defensa de Fidel Castro en el juicio por el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel<br />

de Céspedes el 26 de julio de 1953, hecho que marca el inicio de la lucha armada contra la tiranía<br />

de Fulgencio Batista en Cuba.<br />

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