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¿Los condenados del capital? Rentismo, reprimarización y extractivismo<br />
En este sentido, la crisis actual se presenta bajo la forma de paradojas civilizatorias:<br />
Paradoja de la abundancia y la escasez<br />
Por primera vez la humanidad está en condiciones de ser sujeto de su propia historia, superar la<br />
escasez y construir una fraternidad universal. Sin embargo, esta potencialidad es expropiada por la<br />
acumulación monopólica de los capitales transnacionales que actúan como Estados sin territorio, en<br />
alianza con los Estados centrales y con los organismos multilaterales, y se transmuta en la tragedia<br />
de la desigualdad y la exclusión de individuos, comunidades, países y continentes que se convierten<br />
en desechables para la reproducción del capital, con nuevas formas de pobreza y violencia 3 .<br />
Se trata de la contradicción fundamental del capitalismo, entre la socialización de las fuerzas productivas<br />
y la privatización de las relaciones de producción, que hoy se presenta en su forma más<br />
extrema. Esta es la base material de la naturaleza de la crisis. Una formación socioeconómica no<br />
desaparece hasta haber agotado todas sus posibilidades y variantes. En su largo proceso, el capitalismo<br />
se mueve en un revolucionamiento permanente de las fuerzas productivas sobre la base de la<br />
concentración y centralización privada de descomunales recursos en manos de monopolios cada vez<br />
más centralizados, lo que ha permitido que rebasen el poder y los límites de los Estados nacionales,<br />
y puedan actuar como Estados sin fronteras, con dominios de territorios y poblaciones. Allí está la<br />
fuente del poder, pero también el límite estructural, pues el capitalismo no puede escapar a una espiral<br />
creciente que desemboca en sucesivas crisis que se han movido desde la periferia hacia el centro<br />
y que empiezan a mostrar signos de crisis estructural.<br />
Paradoja de la democracia y la violencia<br />
La democracia se ha convertido en el sistema político legítimo a nivel global y abre la posibilidad de<br />
construir una ciudadanía universal. Sin embargo, asistimos a un “fascismo social” (De Souza Santos,<br />
2003), con nuevas formas de violencia. Aquí reside la contradicción política clave: hay un desfase<br />
entre la globalización del poder, que tiene como base el debilitamiento de los Estados nacionales, y la<br />
ausencia de un Estado global; por lo cual el Estado norteamericano busca convertirse en el aparato<br />
de orden mundial, en alianza con los organismos multilaterales y el G7.<br />
Estamos ante el reordenamiento del monopolio de la violencia legitimada, bajo diversas formas.<br />
La estrategia central es el combate al “terrorismo y al narcotráfico”, que se convierte en estrategia<br />
de control de los pueblos.El déficit estructural del Estado global para garantizar la cohesión de la<br />
sociedad abre espacios para la “mafiación” de la política. En América Latina, el signo es la frontera<br />
México-Estados Unidos, convertida en la zona de mayor violencia en el mundo.<br />
Paradoja ecológica<br />
3 Se cumple el sueño de la Comisión Bilderberg de un campo capitalista blindado, del cual son<br />
excluidos estructuralmente los desechables, la base del nuevo Imperio.<br />
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