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La ofensiva del capital y el papel de los gobiernos progresistas<br />
Ninguna de las preguntas se puede analizar sin considerar, entre otros elementos, el papel de la<br />
inversión extranjera directa (IED), de las empresas transnacionales (ET), del capital ficticio y en el<br />
Cono Sur, obviamente, de las políticas aplicadas por los gobiernos progresistas.<br />
Si partimos reconociendo que la lucha de clases es el motor de la historia, corresponde analizar<br />
la contradicción entre capital y trabajo, cómo se desarrolla el proyecto del capital y cuáles son las<br />
alternativas que se han generado dentro de los gobiernos llamados progresistas. Lo anterior debe<br />
ubicarse en el contexto de los desafíos que plantea la crisis capitalista y las factibles respuestas que el<br />
progresismo puede dar a la misma.<br />
De acuerdo con estas premisas, este trabajo se ordena de la siguiente forma: en el primer punto se<br />
hace una somera descripción de la evolución del capitalismo en las últimas cuatro décadas partiendo<br />
de una aguda manifestación de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia; en el segundo<br />
se describe la ofensiva del capital en el Cono Sur en el periodo señalado, identificando tres etapas<br />
complementarias de dominación política, que hacen parte del mismo proceso; en el punto tres se<br />
expone el papel de los gobiernos progresistas en la región y su relación con la ofensiva estratégica del<br />
capital; por último, en el punto cuatro, se visualizan desafíos y límites del progresismo y algunos<br />
posibles escenarios.<br />
La caída de la tasa de ganancia y la respuesta del capital<br />
Desde la Segunda Guerra Mundial hasta principios de los setenta, las economías de los países centrales<br />
vivieron una de las épocas más prolongadas de certidumbre y estabilidad. El alto nivel de empleo<br />
favorecía el consumo de la producción en masa y el Estado recaudaba lo suficiente para sostener<br />
cierto grado de bienestar de la población.<br />
A fines de los años sesenta en el capitalismo mundial se presenta una aguda manifestación de la ley<br />
de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia: se inicia un tiempo de caída, sobrevendrá –tras<br />
dos décadas– la recuperación de principios de los ochenta.<br />
En los setenta se produjo un fuerte crecimiento de los precios del petróleo y las materias primas y<br />
una creciente inestabilidad de los tipos de cambio. En esa década, las políticas keynesianas y sus<br />
instrumentos fiscales y monetarios para incidir sobre la demanda efectiva no pudieron superar la<br />
estanflación (inflación con estancamiento). La prioridad de los gobiernos se desplazó de la búsqueda<br />
del pleno empleo al control de precios y salarios con atención privilegiada para el déficit público.<br />
Luego se sucedieron los procesos de desregulación de la economía, de privatización de las empresas<br />
y servicios propiedad del sector público (de hecho o de derecho) y el consiguiente desmantelamiento<br />
–progresivo e incesante– de la arquitectura de redes que sostenía el Estado de bienestar.<br />
El fuerte cambio en las políticas económicas fue producto de una crisis estructural del capitalismo<br />
asociada a la reducción de la tasa de ganancia desde fines de los sesenta. La prioridad de los gobiernos<br />
se concentró entonces en recuperar una rentabilidad que los empresarios consideraran satisfactoria.<br />
Los avances científicos produjeron cambios tecnológicos que aumentaron la capacidad productiva<br />
reduciendo el ciclo de vida útil de máquinas y productos. Es así que el desarrollo de las fuerzas pro-<br />
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