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Claudio Lara Cortés<br />
de 2019-20. En realidad, los principales peligros para el crecimiento de China en 2013 y los años<br />
siguientes no son nacionales, sino justamente la debilidad de las economías desarrolladas.<br />
Por otra parte, para que la moneda china adquiera más importancia a escala mundial, debería cumplir<br />
con tres conceptos sobre la moneda que están interrelacionados entre sí (Prasad y Ye, 2012:<br />
26): internacionalización (medio de cambio internacional), convertibilidad de la cuenta de capital<br />
(apertura) y moneda de reserva (acumulada por otros bancos centrales). En opinión de estos economistas,<br />
“la moneda de un país puede ser de uso internacional aun si la cuenta de capital del país<br />
no está completamente abierta, y su uso internacional puede ser escaso o nulo aun si los capitales<br />
fluyen libremente. Pero el uso internacional y la apertura de la cuenta de capital son requisitos para<br />
la aceptación de la moneda como moneda internacional de reserva” (p. 26). En verdad, esto último<br />
es lo que más importa según lo señalado por Barry Eichengreen en su aporte al debate organizado<br />
por The Economist (web, diciembre, 2012).<br />
Considerando que “la cuenta de capital de China se está abriendo, pero aún es más cerrada que la de<br />
las economías emisoras de reserva” (Prasad y Ye, 2012: 27), es obvio concluir que el renminbi avanza<br />
en su internacionalización, pero es poco probable que destrone al dólar en el futuro cercano. Incluso<br />
se señala que su uso internacional todavía es rudimentario y que los obstáculos a su aceptación son<br />
muy grandes, como los controles de capital y un sistema financiero extremadamente subdesarrollado<br />
(Cohen, 2012).<br />
Lo preocupante de este tipo de escritos ‘especializados’ es su grosera naturaleza especulativa. Sin respaldo<br />
alguno, dan por hecho que los gobernantes de la República Popular China tienen como objetivo<br />
estratégico desplazar al dólar como moneda mundial, y que para lograr esto estarían dispuestos<br />
a introducir una liberalización total de la balanza de pagos. Conviene recordar que Zhou Xiaochuan<br />
(2009), el gobernador del Banco Popular de China, propuso reformas al sistema monetario internacional,<br />
en particular la creación de una moneda de reserva internacional que estuviera separada de<br />
las condiciones económicas de un país individual. Dicho de manera más directa, estaba sugiriendo<br />
un uso más amplio de los DEG. Esta propuesta fue luego respaldada por el resto de los países BRICs<br />
y en cierto sentido por la Comisión de las Naciones Unidas encabezada por Joseph Stiglitz.<br />
No obstante, el mismo Cohen ya le había bajado el perfil a la posibilidad de los DEG, ya que tiene<br />
en contra su reducida oferta y, fundamentalmente, la ausencia de una autoridad (gobierno) para administrarla,<br />
por lo que “tendría dificultad para lograr un mínimo siquiera de credibilidad”. Cohen<br />
concluye que “la idea tiene un valor simbólico. Su viabilidad es claramente de importancia secundaria”<br />
(Cohen, 2009). A pesar de estas afirmaciones, podría decirse que dicha propuesta cumple<br />
con un doble objetivo: por un lado, advertir a Estados Unidos que evite las políticas que resulten<br />
en una depreciación sustancial del dólar y, por otro, aminorar el rol político y financiero de ese país<br />
(Carbaugh and Hedrick, 2009).<br />
Lo anterior no es incompatible con la estrategia china que consiste en desarrollar dos niveles para<br />
hacer del renminbi una moneda de reserva ‘a la par’ del dólar y el euro. Estando intrínsicamente<br />
relacionados, el primer nivel refiere al uso del renminbi en el comercio internacional y el segundo<br />
a la emisión de bonos (Subacchi, 2010). Para alcanzar estos objetivos, el país asiático se propone<br />
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