La Directiva Marco del Agua en Catalunya - Generalitat de Catalunya

La Directiva Marco del Agua en Catalunya
Síntesis
La Directiva Marco del Agua constituye el marco
legal para el desarrollo de la política de aguas comunitaria.
La gestión hidrológica, de carácter eminentemente
interdisciplinario y transversal, se basa
en una serie de conceptos hidrológicos que definen
la disponibilidad, la accesibilidad y la idoneidad de
la explotación de los recursos hídricos para satisfacer
la demanda humana.
En esta directiva, el agua deviene el elemento gestionado
y se la contempla tanto en relación a las
necesidades humanas como con las necesidades
ambientales. Esta normativa centra sus objetivos
en la satisfacción de ambas demandas, en llegar a
una prevención y protección del medio acuático y
sus ecosistemas y, finalmente, en promover un uso
sostenible del recurso. Concretamente, la consecución
de un buen estado hidrológico y ecológico
permitirá definir si se ha realizado una gestión adecuada
del recurso: por una parte, que se han satisfecho
las demandas ambientales y, en segundo
lugar, que la calidad de las aguas está suficientemente
libre de contaminación.
Uno de los aspectos hidrológicos básicos de la directiva
es el concepto de masa de agua. La segmentación
de los diferentes elementos hidrológicos (ríos,
lagos, aguas litorales y acuíferos) en fragmentos
menores según la posibilidad de alcanzar los objetivos
generales, permite ejercer una planificación de
caràcter local y, a la vez, requiere un conocimiento
hidrológico preciso de estas masas. Este conocimiento
se refiere a su cantidad, diferenciando recurso
y reserva, y a su calidad, así como a todas las
presiones e impactos que puedan afectarlos.
Uno de los aspectos fundamentales de la directiva
es la definición de aquellos indicadores que es preciso
controlar con el fin de definir el estado hidrológico
de las masas de agua. Contempla así que los
aspectos hidromorfológicos y fisicoquímicos son
relevantes al definir el estado de una masa de agua
superficial. En el caso de las aguas subterráneas,
las variaciones del nivel piezométrico se incluyen
también como indicador. Finalmente, los planes de
gestión de cuenca tienen que recoger aquellas actuaciones
en un periodo concreto destinadas a valorar
el estado hidrológico actual y a alcanzar valores
positivos de los indicadores en un contexto de
explotación del recurso.
Catalunya presenta un uso elevado de sus recursos
disponibles, especialmente en las cuencas internas.
En éstas, el uso intensivo del recurso ha dado lugar
a una disminución de los recursos disponibles y a
un deterioro de su calidad, que han afectado a la
calidad de los ecosistemas acuáticos. La modificación
de los espacios fluviales, desde la perspectiva
hidromorfológica, es otro impacto que ha modificado
negativamente las dinámicas geodinámicas y
ecológicas de estos sistemas. La extracción de áridos,
las derivaciones de caudales superficiales, la
captación intensiva de aguas subterráneas, la aplicación
de nitratos como fertilizantes, y la inducción
a la intrusión marina, son actividades habituales
que dificultan, en su estado actual, la consecución
de los objetivos de la directiva.
Introducción
La política de distribución del agua ha sido, y hoy
en día lo es aún con más fuerza, uno de los motores
del desarrollo socioeconómico en cualquier región.
Los programas de explotación y las redes de distribución
han sido enfocados en términos generales
para suministrar una demanda creciente, y han llevado
el agua de las cuencas donde la había en exceso
a aquellas zonas donde se necesitaba. En
Catalunya, con una disponibilidad restringida por
los condicionamientos meteorológicos y geológicos
como al resto de países mediterráneos, los ejemplos
de gestión del agua destinados a garantizar
una demanda generada por diferentes actividades
son muy frecuentes.
Así, los canales de distribución de regadíos, azudes
y acequias heredados de siglos ha y los trasvases
modernos de agua del Ter en Barcelona o del Ebro
en Tarragona son un ejemplo de esta gestión en la
cantidad del recurso que es preciso distribuir. Por
ejemplo, la gestión hidráulica del río Llobregat está
caracterizada por el aprovechamiento intenso del
agua y por el deterioro de su calidad causada por
la salinidad aportada por los vertidos y, también,
por las aportaciones de sales procedentes de las
acumulaciones de residuos mineros de la cuenca
potásica catalana y otras regiones industriales
(Cantó, 1999). Estas aportaciones salinas influyen
en la calidad del agua subministrada a Barcelona y
han hecho necesaria la construcción de diferentes
colectores que recogen las aportaciones y las vierten
en el tramo final del río, más allà de las captaciones
destinadas al abastecimiento urbano. El
caso del Llobregat es un ejemplo de la importancia
de la calidad del recurso y de los esfuerzos realizados
para garantizar un suministro adecuado a las
necesidades, entre las que destaca la demanda
doméstica.
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