La Directiva Marco del Agua en Catalunya - Generalitat de Catalunya

La Directiva Marco del Agua en Catalunya
2.3. Las masas de agua altamente
modificadas y las artificiales
El estado actual en que se encuentran algunas masas
de agua en Catalunya hace que sea prácticamente
imposible alcanzar los objetivos de la directiva
en los plazos establecidos, por lo que esta
normativa acepta una calificación especial para estas
masas de agua.
Concretamente, define como masas de agua intensamente
modificadas aquéllas que, como resultado
de alteraciones hidromorfológicas a largo plazo
provocadas por la actividad humana, han modificado
sus valores naturales y, consecuentemente, no
pueden alcanzar el buen estado ecológico antes del
año 2015. Por su parte, las masas de agua artificiales
son aquellas creadas por intervención humana.
En todo caso, la directiva señala que ambas masas
tendrán que alcanzar un buen potencial ecológico
antes de la fecha de cumplimiento (2015). Con este
nuevo concepto, se respeta el uso humano del medio
hidrológico, se admite el impacto causado y, a
la vez, se obliga a desplegar medidas de protección
para mejorar su calidad.
La tipología de modificaciones antrópicas que causan
alteraciones en la morfología e hidrología de
una masa de agua superficial puede referirse a desnaturalizaciones
causadas por exigencias de navegación
(canalización u obras portuarias en aguas
de transición) o de actividades lúdicas, modificaciones
destinadas al almacenaje de agua, ya sea
para abastecimiento urbano, irrigación o generación
de energía, obras de regulación de caudales o de
protección de inundaciones o de defensa litoral y,
finalmente, otras actuaciones que hayan alterado la
dinámica hidromorfológica de un elemento por actividad
antrópica.
La diferencia entre las masas de agua intensamente
modificadas y las artificiales es que estas últimas
han sido creadas en un lugar árido donde anteriormente
no existían como tales, y por tanto no resultan
de la transformación de una masa de agua existente;
por ejemplo, canales para navegación,
irrigación o drenaje, balsas artificiales, depresiones
originadas por extracciones de áridos o minería, o
tomas creadas para generar energía hidroeléctrica.
En el caso de que una masa de agua existente haya
sido modificada o transportada a un lugar distinto
al original, ésta se tendrá que considerar como una
masa intensamente modificada y no artificial. Esta
consideración afecta, pues, a la clasificación de los
embalses creados para almacenar los recursos superficiales.
El concepto de buen potencial ecológico es menos
exigente que el de buen estado ecológico porque
es más tolerante respecto a los impactos ecológicos
derivados de las alteraciones hidromorfológicas.
Eso implica que es preciso definir unos objetivos
adecuados a su gestión, de manera que se suavicen
los efectos ecológicos adversos sin disminuir los
beneficios que esta masa de agua produce.
Así, los objetivos ambientales tienen que estar relacionados
con las condiciones de referencia. Tanto en
las masas de agua intensamente modificadas como
las artificiales, esta condición viene definida por el
máximo potencial ecológico, que se entiende como
la situación en que el estado biológico refleja, tanto
como sea posible, el de la masa de agua superficial
más próxima, considerando en todo momento las
limitaciones derivadas de la modificación.
2.4. Las masas de agua subterráneas
La definición de masa de agua subterránea se refiere
al volumen de agua subterránea contenida en
los acuíferos, o sea, en formaciones geológicas con
suficiente porosidad y permeabilidad para permitir
el flujo de agua y su extracción en cantidades significativas.
Precisamente, ambas características
son las que definirán las masas de agua subterráneas,
siempre según los objetivos de la directiva.
De esta manera, un flujo de agua subterránea significativo
es aquél que abastece caudales de base
importantes a los cursos fluviales o que sustenta
directamente ecosistemas terrestres (bosque de
ribera, zonas húmedas), de manera que una alteración
de este flujo supondría una disminución de la
calidad química o ecológica de la masa de agua
superficial asociada, o un daño similar en los ecosistemas
terrestres. Con esta definición, la directiva
reconoce la unidad del ciclo hidrológico dando importancia
a la relación río-acuífero. Esta relación es
especialmente relevante en las planas aluviales, las
cuales, por sus características, han devenido áreas
de explotación preferente, y a menudo intensa, de
los recursos subterráneos.
Sin embargo, los acuíferos profundos no presentan
una relación tan directa con los ecosistemas, de
manera que la calidad ecológica no puede ser una
referencia en su preservación. Así, la directiva reconoce
aquellas masas de agua subterráneas que
actualmente se usan, o podrían utilizarse en un futuro,
para la extracción de un volumen igual o superior
a 10 m 3 diarios para abastecimiento de agua
potable o para la demanda de 50 personas o más.
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