La Directiva Marco del Agua en Catalunya - Generalitat de Catalunya

La Directiva Marco del Agua en Catalunya
les que reflejan su estado actual y la posibilidad de
alcanzar un buen estado en los plazos que señala.
A pesar de todo, las consideraciones que hagan
referencia a las presiones e impactos que afectan
a las aguas también se tienen que incluir como parámetros
en la definición de los límites de cada una
de las masas de agua. En el otro extremo, el criterio
de zona protegida por directivas anteriores (por
ejemplo, la Directiva Habitat 92/43/CE, las directivas
referentes a nitratos 91/676/CE y a tratamiento
de aguas residuales urbanas 91/272/CE, o la Directiva
de protección de especies acuáticas 76/160/
CE, entre otras normativas europeas y locales) o el
hecho de constituir áreas de abastecimiento doméstico
relevantes, también condicionan la identificación
de una masa de agua.
Según la DMA, el estado del agua viene definido
por el valor de su estado ecológico y químico en el
caso de las aguas superficiales, y por su estado
cuantitativo y químico en el caso de las aguas subterráneas.
El estado ecológico es la expresión de la
calidad de la estructura y del funcionamiento de los
ecosistemas acuáticos. Los anexos de la directiva
(concretamente, los anexos II y V) detallan los indicadores
y sus valores o condiciones de referencia
para las diferentes masas de agua. Estas condiciones
corresponden a un estado presente o pasado
que es preciso restablecer para cada masa de agua
modificada. En particular, las condiciones de referencia
no implican necesariamente un estado puro,
sin ninguna alteración, sino que pueden incluir resultados
de presiones humanas menores en tanto
en cuanto no afecten de manera significativa a los
elementos hidromorfológicos, fisicoquímicos y biológicos
del lugar.
En el esfuerzo por caracterizar con el máximo detalle
todas las aguas, la directiva deja abierto el
tamaño de las masas de agua a considerar. En el
Anexo II, da la posibilidad de caracterizar las masas
en función de la escala o bien en función de diversos
parámetros hidrológicos independientes del
tamaño del río, lago o acuífero.
Las masas de agua superficiales consisten en las
aguas de los ríos y de los lagos, las aguas de transición
y las aguas costeras. En concreto, los ríos
corresponden a las masas de agua que fluyen en
su mayor parte por la superficie del terreno, si bien
ocasionalmente pueden hacerlo subterráneamente.
Los lagos son masas de agua superficial quietas.
Las aguas de transición corresponden a las zonas
próximas a la desembocadura del río donde la mezcla
con agua de mar les otorga una elevada salinidad.
Finalmente, las aguas costeras son las situadas
en la franja paralela a la costa definida por el
límite de las aguas territoriales.
Las aguas subterráneas son aquéllas que forman
parte de la zona saturada por debajo de la superficie
del terreno y en contacto directo con el suelo y
el subsuelo. Según esta definición, están constituidas
por los volúmenes de agua almacenados en los
acuíferos –libres y confinados– y, en relación a “el
agua en contacto directo con el suelo”, entendemos
que puede referirse al agua almacenada en la zona
vadosa, si bien no existe una referencia explícita a
esta zona no saturada, que es fundamental en áreas
donde presenta importantes espesores, como el
entorno mediterráneo (Samper, 2003). El recurso
existente en la franja no saturada del subsuelo es
de especial interés ya que, por una parte, la zona
no saturada es especialmente vulnerable a la recepción
de sustancias contaminantes desde la superficie.
Es una zona de acumulación, transformación
y liberación de estas sustancias hacia los niveles
freáticos durante los episodios de infiltración y, por
la otra, define el agua disponible para las plantas y
su acceso a nutrientes o a sustancias tóxicas en el
caso de un suelo contaminado.
En el año 2003, la propuesta de directiva para la
protección de las aguas subterráneas de la contaminación
(2003/0210, COD) complementó el apartado
correspondiente de la DMA en relación a los
criterios de buen estado químico de las aguas subterráneas,
los valores umbral de determinadas sustancias
en aquellas masas de agua con presiones
e impactos humanos reconocidos, los criterios para
determinar tendencias que comporten variaciones
en la gestión aplicada y, finalmente, concreta la necesidad
de adoptar medidas para prevenir y frenar
vertidos de contaminantes a acuíferos.
En función de los criterios de definición de las masas
de agua, cada masa superficial debe ser discreta
(o sea, con unos límites definidos que no se
sobrepongan a ninguna otra masa) y representativa
de unas condiciones específicas que permitan reorientar
su gestión de forma coherente. En general,
estas condiciones específicas hacen referencia a
un estado ecológico definido. Así, los diferentes
tramos de los ríos o zonas de lagos, en función de
su geometría, el caudal y las influencias antrópicas,
pueden constituirse como masas independientes.
Según estas definiciones, y en base a los aspectos
dinámicos entre río y acuífero expuestos anteriormente,
puede parecer inadecuado diferenciar masas
de agua en ríos sin considerar su relación con
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