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54<br />

CAPÍTULO 5<br />

Mientras más preguntas soporta un punto de vista en su preparación se hace más inmune a<br />

la refutación en un debate. Por esta razón es que se recomienda a los debatientes que en el<br />

proceso de preparar sus intervenciones se expongan todo lo posible a las preguntas de sus<br />

compañeros, padres, amigos y docentes. De este modo, además de consolidar el punto de<br />

vista, se enriquecerá el diálogo con el entorno inmediato.<br />

Prestar atención a la coherencia entre lo verbalizado y los elementos no verbales<br />

presentes en el discurso: A nivel personal, o en la argumentación cara a cara es vital la<br />

sinceridad o la coherencia entre el discurso público y el privado. Nadie le da crédito a las<br />

palabras de una persona que acostumbra a tener una versión pública de sus opiniones y<br />

otra privada muy diferente. En sentido general ésta es la acepción o uso que se tiene del<br />

concepto de sinceridad, vinculando la confianza con la transparencia o correspondencia<br />

entre el discurso de acceso público y el privado. En el debate, sin embargo, no es posible<br />

tener noticia de las posturas originales de un debatiente y, por otra parte, las posturas en<br />

contextos educativos son sorteadas, por lo que no necesariamente un debatiente defiende<br />

algo en lo que crea personalmente. Por esta razón la sinceridad se constata parcialmente a<br />

través de un concepto de coherencia que se juega entre lo verbal y lo no verbal. Las personas<br />

suelen depositar su confianza en los debatientes que muestran cierta correspondencia entre<br />

los aspectos verbales y no verbales en el acto discursivo. Es decir, es más creíble un debatiente<br />

que hace corresponder sus emociones, con el contenido de su discurso y al mismo tiempo<br />

estos dos con su motricidad.<br />

2.2. Segunda condición del Debatiente: Saber redactar un discurso oral argumentativo<br />

Una confusión frecuente en la preparación de los discursos orales para debates, se da en la<br />

redacción de los mismos. Los docentes o capitanes de equipo muchas veces preocupados de la calidad<br />

de los discursos redactan o, “ayudan” a redactar sendos argumentos que “en el papel” aparecen apropiados<br />

y bellos, sin embargo, puestos en la voz de un debatiente aparecen confusos y rebuscados.<br />

Lo que se debe resolver entonces es cómo desarrollar un estilo adecuado en la redacción de<br />

discurso para debates.<br />

Es útil recordar en este punto una conocida distinción que hace M. Gregory y S. Carrol 25 refiriéndose<br />

a los tipos textuales (oral y escrito) y la posibilidad de interrelacionarlos:<br />

• Escrito para ser dicho como si no fuera escrito: los guiones de televisión, las obras<br />

de teatro (aunque se utilicen recursos del discurso oral: riquezas de entonación, inflexiones<br />

de la voz, frases inconclusas, tics, repeticiones, onomatopeyas, sintaxis simple, etc., se<br />

conservan algunas características del escrito). A este estilo narrativo pertenecería el<br />

debate (nota de los autores).<br />

• Escrito para ser dicho: los discursos de los políticos (sin improvisación, se recurre a la<br />

redundancia y a las reiteraciones para asegurar la comprensión), los boletines de noticias<br />

(que resumen al final de la edición los hechos más importantes).<br />

25<br />

Pérez Rifo, M.; Vega Alvarado O. (2001); “Claves para la Conexión Textual”. Editorial PUC, Santiago de Chile, página 40.

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