Vázquez Núñez G., Manual de historia de la Orden de ... - OdeMIH

— 52De las bailias o distritos habla el capítulo XIIIde las Constituciones amerianas en forma quedemuestra ser institución anterior: «Cada uno,dice, pida en su bailia, que le ha sido señalada yen ella no entre ningún otro fraile ni cuestor,fuera del que la tiene señalada. Y si por venturaentrase algún fraile en aquella bailia, no se detengaen ella ni fuera de su bailia más de dosdías sin licencia del Maestre, o conocida utilidadde la Orden. Los cuestores que los frailes envíena recoger limosnas sean tales que sepan evitarque la orden sea deshonrada por ellos. Y cuandolos reciban o confirmen, juren sobre los cuatroEvangelios que con todo su poder guardarán la.Orden de daño y de infamia, y que fielmenterecogerán todo lo que se diere a la Orden, y quefielmente darán cuenta de todo lo que les habrásido dado al comendador o su lugarteniente. Lostales cuestores lleven vestidos blancos».De la obligación que tenían los cautivos deacompañar a sus redentores habla también elcapítulo XXI de dichas Constituciones: «Los cautivosredimidos por los frailes harán luego juramentoy homenaje cada uno al Maestre o a aquelo aquellos que los hayan redimido, que no separtirán del servicio de la Orden hasta pasado eltiempo que se les señale por el Maestre o poraquellos que los han redimido. Durante el tiemposeñalado rasúreseles la barba, y el fraile quelos conduzca, asístalos cómodamente en sus necesidadessin queja. Y cumplido el tiempo señaladorasúreseles, córtenles los cabellos y dénles— 53 —v estidos nuevos, según será el tiempo: y el viáticocorrespondiente, para que vayan a sus tierraseon gozo y alegría».En el testamento de Ramón de Morelló, otorgadoen 1251, el fundador de nuestro conventode Arguines manda que a los cautivos que habíande redimirse con su dinero, se los exima deaco mpañar a los redentores, prueba de que lacos tumbre estaba ya establecida. Jaime II, en-1297, mandó a los magistrados que obligasen alos redimidos a acompañar a sus redentores durantemedio año (1) y esa práctica, aunque molesta, subsistió por lo menos hasta mediado elS iglo XVI, como veremos a su tiempo. Era taneficaz que algunas veces la limosna recogida porese medio fué mayor que la de varios años porlas otras diligencias.Pero sobre todo esto San Pedro Nolasco supocomunicar a sus hijos el ardor de la caridad deC risto, sin la cual todos los recursos serían estériles,y este es su mayor timbre de gloria, comoac,er tadamente dice Bossuet (2).La abnegación suprem.a es la característica'd e la Orden, y aunque no se expresó hasta mást arde en la profesión, los Papas y nuestros escritores(Cijar, por ejemplo), hablan ya del cuartov oto, que las Constituciones amerianas formulande este modo: Todos los frailes como hijos deverd adera obediencia alegremente estén aparejados(1) Ribera: Patronato, pág. 376.(2) Bossuet: Panegyrique de Saint Pierre Nolasque.