Vázquez Núñez G., Manual de historia de la Orden de ... - OdeMIH

— 12 —Maestro Durán, pero el Rey le contestó que lodejara hasta que se terminara el estudio de lassupresiones convenientes en todas las órdenes (1).Los Provinciales no podrían ser reelegidoshasta pasar seis Míos; los Comendadores podríanserlo una vez, mas para la segunda debería reenrrirsea la Santa Sede. El General debería m i-rarse mucho en la confirmación del Prior deBarcelona, que tanta importancia tenía en laOrden.Por centésima vez se acuerda poner un P rocuradorde asiento en Roma, pero todavía pasaronalgunos afios hasta que el propósito tuvieraefecto. Ordénase la estricta vida común, proh i-biendo al religioso tener renta ni dineros, nisiquiera como depósito de seglares por más deveinticuatro horas. Todo cuanto los religiosostenían se aplica a los conventos respectivos.Tómanse especiales precauciones en la Coronade Aragón. Ordénase al General sacar deaquellos conventos a varios religiosos cuya listadaría el Visitador apostólico. Prohíbese estrechamentela entrada de mujeres en la clausura,ni siquiera para asistir a los enfermos, cosa hastaallí permitida en casi todas las Ordenes. Ordénaseestrecha vigilancia en las puertas, quedeberían abrirse a calles principales, reformandolas que lo necesitasen.(1) Antillón, Juan: Epitome de los Generales de laMerced, t. II, Ms. en la Biblioteca provincial de Cád15'Trae la cédula Real.— 13 —Los Prelados se harán respetar .de sus súbditosimponiendo con rigor la disciplina. LaOrden no tenía cárceles fuertes, y los reos deculpas muy graves deberían ser entregados albrazo secular y mandados a galeras.Defiéndese con fuertes penas la hacienda delos conventos, especialmente en la Corona deAragón, donde algunos Comendadores, temiendolos rigores del Capítulo, se habían apresurado ahacer dinero. Las enajenaciones así .realizadasserían nulas y sus autores recibirían el merecidocastigo.Pónese en vigor la bula de León X a peticiónde los PP. Juan Lupi y Arnaldo de Duce, estableciendoun depósito especial para la limosnade los cautivos, con tres llaves, y prohíbeseabsolutamente arrendar la colecta, ni a religiososni a seglares. La Orden podría disfrutar deltercio, por sus trabajos y gastos. A predicar laredención irían padres competentes y no noviciosni legos.De los gastos de la redención darían estrechacuenta los redentores, observando los de Castillalas instrucciones dadas por el Consejo Real y losde Aragón lo que ordenara el Consejo de aquelReino. Esto nos valió el tener en adelante relacionesdetalladísimas de los cautivos, pues enlos siglos pasados se contentaban con un perga-'tino o pocas hojas de papel. Los redentores deCastilla debían llevar consigo un escribano, cosaque al principio les pareció molesta, pero queluego fué beneficiosa, aunque no económica. Su-