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doctrina40689

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EL CONTROL DEL DELITO COMO PRODUCTO 105nimca ocasionó problemas legales. Eficacia demostrada con drogadictos ypsicópatas. También tenemos modelos para amigos y personas queridas.Entre los 111 avisos de junio, algunos se referían a productos comunespara gente común, no necesariamente relacionados con el mercadocarcelario.El número de julio también contiene otra sección extraordinaria:varias páginas de agradecimiento a los patrocinadores del banquete arealizarse eii el 121- Congreso Penitenciario de Minneapolis en agostode 1991. Desde compañías de teléfonos hasta fabricantes de vidrio aprueba de balas, todos pagan y las autoridades penitenciarias festejan.Una atracción extra de la estadía en Minneapolis es que podránirse manejando "un espléndido Dodge Daytona ES 1991, modelodeportivo, cero kilómetro y completamente equipado con todos losaccesorios imaginables". La única condición es visitar el Salón deExliibiciones donde la industria muestra sus productos. Al registrarseen la puerta de entrada al Salón, los visitantes participan automáticamenteen el sorteo del auto.Un comentario personal sobre la adaptabilidad del hombre: la primeravez que leí Corredmis Today, no podía creer lo que estaba leyendo.La imagen de los presos que insinuaban los avisos era increíble. Ytambién lo era la franca manifestación de la relación que une al sistemapenitenciario con los intereses industriales. Por supuesto, lasrevistas médicas son simüares y las empresas farmacéuticas se especializanen sobornar a los médicos patrocinando congresos, seminarios,viajes a Hawaii con las esposas y todo lo demás. Pero se suponeque los médicos benefician a sus pacientes. La American CorrectiotialAssocktion es diferente; es la orgaiiización encargada de administrarel máximo poder de la sociedad. Es la organización encargada de laadmüiistración de dolor, en este caso patrocinada por quienes fabricanlas herramientas.Pero, continuando con mi comentario personal, volví a sorprendermeunas semanas más tarde, cuando leí una vez más las revistas. Los avisosya no me parecían tan alarmantes. Vi los avisos de pulverizadoresde gas lacrimógeno de techo, sin asociar inmediatamente la foto o eltexto a viejas imágenes de los campos de exterminio, y leí siii demasiadointerés que a los reclusos les encantaría apuñalarme, acuchillar-

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