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doctrina40689

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60 LA INDUSTRIA DEL CONTROL DEL DELITOdeben hacer cola desde las ciiico de la mañana para poder hacer eltrámite. No contestan los teléfonos, la policía privada vigila el edificioy llaman a la policía común si se sienten amenazados. Esto últimopuede ocurrir fácilmente, dado el extrañamiento creado por la distanciaque existe entre los trabajadores sociales y los clientes. Es posibleobservar este tipo de líneas de defeiisa, pero sólo excepcionalmente.Otra posibUidad es alejar de la gente común a quienes causan problemasy ubicarlos en áreas aisladas. El ejemplo más extremo es lo que seva a construir en Suecia. En la ciudad de 0rebro durante mucho tiempotuvieron el problema de inquilinos desprolijos y ruidosos en losedificios de departamentos. Se consideraba injusto que se le permitieraa esta gente molestara la gente común que vivía en el mismo edificio.Pero ahora las autoridades municipales encontraron la solución.El periódico más importante de Suecia, Dagens Nyheter, publicó lasiguiente nota el 28 de septiembre de 1991:En 0rebro se está planeando la construcdóii de un área residencial apartadapara inquilinos particularmente desequilibrados y molestos. Pisos, paredes ytechos a prueba de incendio, puertas exteriores de acero, las demás puertasreforzadas para poder resistir patadas y ventanas pequeñas en la parte superiorde las paredes.Hace tres años que la mmiicipalidad trabaja en estos planos; los llamanviviendas protegidas. Los críticos prefieren llamarlos biinkers de acero.Las características del piso deben ser tales que na se incendie la casa si quedaun cigarrillo encendido. Las puertas deben poder resistir ataques; los inquilinossuelen estar acompañados de un séquito de visitantes más o menos violentos."Y además nadie quiere arriesgarse a que le den un hadiazo a lapuerta como castigo por alguna deuda que quedó pendiente en el bar", diceTorgiiy Larsson, asistente social de la unidad de adxiltos violentos del servidosodal de 0rebro.Y agrega: "Diez años ati-ás esto hubiera sido imposible y hubiera despertadoprotestas contra los ghettos sodales. Por supuesto que tenemos que ser solidariosen nuestra política de vivienda, pero hay dertos Kmites. No me parececorrecto que, en el nombre de la solidaridad, se permita a una personamolesta arruinar todo un edifido en el que vive gente decente".Con edificios de este tipo los estados benefactores están bastante cercade construir sus propias cárceles. Pero por supuesto, hay una diferen-

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