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doctrina40689

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Capítulo 2El ojo de Dios2.1 Completamente soloDomii\go a la mañana. El centro de la ciudad de Oslo está desierto.Las puertas del jardín que rodea la Universidad estaban cerradas conUave cuando llegué. Lo mismo ocurrió con la puerta de entrada alliistituto y la de mi oficina. Estoy convencido de que no hay ningúnotro ser vivo en todo el complejo. Nadie me puede ver. Estoy ubre detodos los controles, a excepción de los intentos.Históricamente, esta es una situación bastante excepcional. Nadie mepuede ver, solamente yo mismo. No fue así la vida de mis abuelas, nila de mi madre, por lo menos no completamente. Y cuanto más mealejo en la línea de mis ancestros, más seguro estoy; nunca estuvieronsolos, siempre los observaban. Dios estaba ahí. Tal vez haya sido unDios comprensivo, tal vez aceptara algunas desviaciones, teniendo encuenta la situación general. O era un Dios clemente. Pero siempreestaba ahí.También estaban ahí los productos humanos de Su creación.Hacia fines del siglo once, la Inquisición hacía sentir su peso en Francia.Algunos de los increíblemente detallados protocolos de los mterrogatoriostodavía se conservan en el Vaticano; Ladurie (1978) losutilizó para reconstruir la vida en Montaillou, un puebñto de la montaña,entre 1294 y 1324. Describe el olor, los sonidos y la transparencia.Las viviendas no permitían privacidad alguna. No sólo no la permitíael tipo de construcción, en parte debido a limitaciones materiales, sinoporque la privacidad no era importante. Si el Todopoderoso lo veíatodo, ¿para qué preocuparse por ocultar algo a los vecinos? Esto se

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