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doctrina40689

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184 LA INDUSTRIA DEL CONTROL DEL DEUTOatrapados por el viejo dilema ético: ¿cómo puedo comer cuando séque hay gente, en este mismo momento, a menos de seis horas deavión, que se está muriendo de hambre? Pero como y así sobrevivo.Lo mismo hizo, durante un tiempo, la policía judía del ghetto de Lodz.Este era el más grande de los que había en los territorios ocupados deleste. Lodz era una ciudad vieja y muy industrializada, una suerte deManchester polaca. A M. G. Rumkowski, el judío más anciano y conpoder absoluto dentro del ghetto, se le ocurrió que podrían sobrevivirhaciéndose indispensables para la maquinaria béüca alemana. Elgheto se convirtió en una gran fábrica, muy bien organizada, muy discipünaday sin problemas con los smdicatos. Algunos trabajadores jóvenesintentaron movilizarse, pero se los controló fácilmente. Sinembargo, las autoridades de las SS nunca estaban del todo satisfechas.En el predio interior al alambre de púas, el ghetto tenía sus propiasautoridades bastante independientes, pero los alemanes siempreinspeccionaban. Veían a gente muy anciana y a niños pequeños, consumidoresno productivos, y ordenaban que se los transporte a "unlugar más confortable" fuera de la ciudad. Algunos aceptaban, hastaque volvían los camiones cargados con las ropas usadas y la realidadde ese lugar supuestamente confortable aparecía frente a los habitantes.Desde entonces, se hizo más difícü completar el contingente quelas SS requerían de Lodz. La gente trataba de esconderse entre losfamiliares y amigos; los que se escondían no recibían alimentos y despuésde un tiempo a los familiares también se les negaba la comida.Se dieron pruebas de un altruismo extremo. Muchas veces cuando seencontraba a alguien escondido, otros miembros de la famüia -quetodavía podían trabajar- rechazaban el privilegio de permanecer enLodz y en cambio emprendían con los niños, los enfermos o lospadres lo que ya sabían sería su último viaje. A la poücía, la policíajudía, se le hacía muy difícil detectar, arrestar y deportar a los que tratabande esconderse, pero había que hacerlo para que el ghetto sobreviva.Como recompensa para los poUcías, se exceptuaba a sus familiaresmás cercanos de ser deportados, hasta que, al final, los mandabana todos. Rumkowski mismo, y su joven esposa, parecen haber sidodeportados en uno de los últimos trenes que sahó de Lodz. Cada díade la vida del ghetto se publicaba un diario de circulación interna, concuatro ejemplares. Se conservó uno y ya hay grandes porciones publicadasen inglés (Dobrozycki, 1984). No se han pubUcado muchosdocumentos más crudos que este en la descripción de la magnitud

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