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doctrina40689

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166 LA INDUSTRIA DEL CONTROL DEL DEUTOLa tercer corriente es totalmente diferente. El exterminio no se considerauna excepción, sino una prolongación lógica de nuestro priiTcipaltipo de organización social. Desde este punto de vista, el Holocaustose convierte en una consecuencia natural de nuestro tipo desociedad, no una excepción. En lugar de ser una regresión a una etapaanterior de barbarie, el exterminio se convierte en un hijo de lamodernidad. Las condiciones que dieron lugar al Holocausto son precisamentelas que han ayudado a crear la sociedad industrial: la divisióndel trabajo, la burocracia moderna, el espíritu racional, la eficiencia,la mentalidad científica y, en particular, el hecho de relegarvalores de importantes sectores de la sociedad. En este sentido, elHolocausto es un ejemplo^, pero sólo uno, de lo que podria ocurrircuando gran cantidad de las actividades dejan de ser evaluadas portodo el conjunto de valores -las normas comunes de la decencia-. Probablementeel comandante de Auschwitz no hubiera invitado a su tíafavorita; uno de los médicos invitó a su esposa y después lo lamentómucho (Lifton 1986).Los campos de exterminio fueron como fotocopias de las sociedadesorganizadas racionaimente. Tal como dice Bauman (pp. 11-12):... niiigima de las condiciones sociales que Wderon Ausdivñtz posible handesaparecido completamente y no se han tomado medidas efectivas para^ La historia colonial europea es otro ejemplo. Estamos a punto de cumplir el centenariode varias de las grandes victorias europeas en África. La base intelectual de loque resultaron ser atrocidades increíbles fueron las teorías del desarrollo y la supervivenciade los más aptos. Las herramientas de la supervivencia del más apto eran lasarmas contra las flechas. El tema del debate entre los historiadores y sociólogos enAlemania es si Hitler aprendió sus métodos de Stalin. Un disparate, según Lindqvist(1992, pp. 199-200). Hitler los aprendió en su niñez; el aire que lo rodeaba, y tambiéna los demás europeos durante los años de juventud, estaba saturado con la convicciónde que el imperialismo era una necesidad biológica que llevaría a la inevitableexterminación de las razas inferiores. El Hitler de nueve años no estuvo presente enel Albert Hall el 4 de mayo de 1898. Fue en esta gran ocación -en la cumbre de las victoriasen África- que Lord Salisbury, el Primer Ministro de Gran Bretaña, sostuvo quelas naciones del mundo se podían dividir en las que agonizaban y las que estabanvivas. Hitler no estuvo allí; pero lo supo, como lo supieron todos los europeos. Ellossupieron qué había hecho Francia en África, qué había hecho Inglaterra, y, en carácterde recién llegados, qué había hecho Alemania en 1904. Las naciones agonizantesnecesitaban ayuda para morir de una vez por todas.Por lo tanto, el extenninio no es nada nuevo. No debiéramos estar tan sorprendidos.Los campos de concentración de Hitler y Stalin simplemente fueron parte de unaantigua tradición. Pero tuvieron lugar dentro de Europa; eso significó que se acercaran...y a la vez se volvieron más incomprensibles.

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