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doctrina40689

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188 LA INDUSTRIA DEL CONTROL DEL DEUTOmanera que parezca haber nacido en esa clase. La única alternativaviable parece ser preservar ese terreno común a través de una verdaderaintegración del derecho con la cultura. Esto significaría, en la formacióny en la práctica, fortalecer los principios generales del derechoy desalentar todos los tipos de especialización. También sigiiificaríafomentar el trabajo con valores y normas básicas, y una mayor habilidadpara equilibrar muchos valores, muchas preocupaciones e inclusomuchas instituciones, süi dejarse llevar por soluciones rápidas ysimplistas.Pero tales acciones requieren fuerza y jueces blindados. La arroganciaes un tipo de protección posible; eso es lo irónico de la situación. Enuna sociedad injusta, el juez que llega a su cargo por las vías másdemocráticas posibles, un igual entre los iguales, podría estar malequipado para demostrar un respeto independiente por los valoresbásicos. En una sociedad que presenta grandes desigualdades, pareceser particularmente importante vincular al juez tanto como sea posiblea todos los otros trabajadores de los símbolos, del significado, dela interpretación y del desarrollo futuro del núcleo común.El apoyo del núcleo común también requiere libertad con respecto aotras autoridades. Un juez reducido a ser un funcionario que aprietaun botón para obtener la respuesta correcta está muy lejos de ser libre.El derecho penal es el área legal que más necesita que el poder judicialsea mdependiente y se vincule a la cultura. Permítanme tratar deilustrar esta idea.12.3 Una cantidad apropiada de dolorHemos visto que el nivel de dolor que impone una sociedad no estádeterminado por los delitos cometidos, que el castigo no es una simplereacción ante los actos viles, que el nivel de castigo no afectademasiado el nivel de delitos y que la ley no es un instrumento naturalpara admmistrar la sociedad. Esto también nos libera de la cargade la utUidad; aun para aquellos que optan por la concepción utilitaristadel castigo, queda claro que tenemos derecho a optar. Para el restode nosotros, esto siempre estuvo claro.Pero esta libertad plantea inmediatamente nuevos problemas. Si eldelito no provoca el castigo, ¿cómo habremos de determinar la cantidadapropiada de dolor que se puede repartir dentro de una determinadasociedad? Somos libres, pero sin claras pautas establecidas. ¿Por

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