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El Conflicto de los Siglos por Elena G de White [Edicion Completa]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

<strong>de</strong>l invento <strong>de</strong> la misa, acerca <strong>de</strong> todo lo cual, afirmaba él, estaba el mundo fascinado a causa <strong>de</strong> la<br />

ignorancia <strong>de</strong> las Sagradas Escrituras; <strong>de</strong> la justificación <strong>de</strong>l hombre; <strong>de</strong>l purgatorio, al que llamaba<br />

cabeza <strong>de</strong> lobo e invento <strong>de</strong> <strong>los</strong> frailes en pro <strong>de</strong> su gula; <strong>de</strong> las bulas e indulgencias papales; <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

méritos <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres; <strong>de</strong> la confesión...." Al enseñársele el volumen a Constantino, éste dijo:<br />

"Reconozco mi letra, y así confieso haber escrito todo esto, y <strong>de</strong>claro ingenuamente ser todo verdad. Ni<br />

tenéis ya que cansaros en buscar contra mí otros testimonios: tenéis aquí ya una confesión clara y<br />

explícita <strong>de</strong> mi creencia: obrad pues, y haced <strong>de</strong> mí lo que queráis. — R. Gonzales <strong>de</strong> Montes, págs. 320<br />

- 322; (289, 290). Debido a <strong>los</strong> rigores <strong>de</strong> su encierro, Constantino no llegó a vivir dos años <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que<br />

entró en la cárcel. Hasta sus últimos momentos se mantuvo fiel a la fe protestante y conservó su serena<br />

confianza en Dios. Provi<strong>de</strong>ncialmente fue encerrado en el mismo calabozo <strong>de</strong> Constantino uno <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

jóvenes monjes <strong>de</strong>l monasterio <strong>de</strong> San Isidro <strong>de</strong>l Campo, al cual le cupo el privilegio <strong>de</strong> aten<strong>de</strong>rle durante<br />

su última enfermedad y <strong>de</strong> cerrarle <strong>los</strong> ojos en paz. (M'Crie, cap. 7.)<br />

<strong>El</strong> Dr. Constantino no fue el único amigo y capellán <strong>de</strong>l emperador que sufriera a causa <strong>de</strong> sus<br />

relaciones con la causa protestante. <strong>El</strong> Dr. Agustín Cazalla, tenido durante muchos años <strong>por</strong> uno <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

mejores oradores sagrados <strong>de</strong> España, y que había oficiado a menudo ante la familia real; se encontraba<br />

entre <strong>los</strong> que habían sido apresados y encarcelados en Valladolid. En el momento <strong>de</strong> su ejecución pública<br />

volvióse hacia la princesa Juana, ante quien había predicado muchas veces, y señalando a su hermana<br />

que había sido también con<strong>de</strong>nada, dijo: "Os suplico, Alteza, tengáis compasión <strong>de</strong> esa mujer inocente<br />

que tiene trece hijos huérfanos." No obstante no se la absolvió, si bien su suerte es <strong>de</strong>sconocida. Pero se<br />

sabe que <strong>los</strong> esbirros <strong>de</strong> la Inquisición, en su insensata ferocidad, no estando contentos aún con haber<br />

con<strong>de</strong>nado a <strong>los</strong> vivos, entablaron juicio contra la madre <strong>de</strong> aquélla, Doña Leonor <strong>de</strong> Vivero, que había<br />

muerto años antes, acusándola <strong>de</strong> que su casa había servido <strong>de</strong> templo a <strong>los</strong> luteranos." "Se falló que<br />

había muerto en estado <strong>de</strong> herejía, que su memoria era digna <strong>de</strong> difamación y que se confiscaba su<br />

hacienda, y se mandaron exhumar sus huesos y quemar<strong>los</strong> públicamente junto con su efigie; ítem más<br />

que se arrasara su casa, que se esparramara sal sobre el solar y que se erigiera allí mismo una columna<br />

con una inscripción que explicara el motivo <strong>de</strong> la <strong>de</strong>molición. Todo lo cual fue hecho," y el monumento<br />

ha permanecido en pie durante cerca <strong>de</strong> tres sig<strong>los</strong>.*<br />

Fue durante ese auto cuando la fe sublime y la constancia inquebrantable <strong>de</strong> <strong>los</strong> protestantes<br />

quedaron realzadas en el com<strong>por</strong>tamiento <strong>de</strong> "Antonio Herrezuelo, jurisconsulto sapientísimo, y <strong>de</strong> doña<br />

Leonor <strong>de</strong> Cisneros, su mujer, dama <strong>de</strong> veinticuatro años, discreta y virtuosa a maravilla y <strong>de</strong> una<br />

hermosura tal que parecía fingida <strong>por</strong> el <strong>de</strong>seo." "Herrezuelo era hombre <strong>de</strong> una condición altiva y <strong>de</strong><br />

una firmeza en sus pareceres, superior a <strong>los</strong> tormentos <strong>de</strong>l 'Santo' Oficio. En todas las audiencias que<br />

tuvo con sus jueces, . . . se manifestó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego protestante, y no sólo protestante, sino dogmatizador<br />

<strong>de</strong> su secta en la ciudad <strong>de</strong> Toro, don<strong>de</strong> hasta entonces había morado. Exigiéronle <strong>los</strong> jueces <strong>de</strong> la<br />

Inquisición que <strong>de</strong>clarase uno a uno <strong>los</strong> nombres <strong>de</strong> aquellas personas llevadas <strong>por</strong> él a las nuevas<br />

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