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El Conflicto de los Siglos por Elena G de White [Edicion Completa]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

odiosa política. Las enseñanzas <strong>de</strong> la Biblia eran las que hubieran podido implantar en las mentes y en<br />

<strong>los</strong> corazones <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres aquel<strong>los</strong> principios <strong>de</strong> justicia, <strong>de</strong> templanza, <strong>de</strong> verdad, <strong>de</strong> equidad y <strong>de</strong><br />

benevolencia, que son la piedra angular <strong>de</strong>l edificio <strong>de</strong> la prosperidad <strong>de</strong> un pueblo. "La justicia<br />

engran<strong>de</strong>ce la nación." Y con ella "será afirmado el trono." (Proverbios 14: 34; 16: 12.) "<strong>El</strong> efecto <strong>de</strong> la<br />

justicia será paz; y la labor <strong>de</strong> justicia, reposo y seguridad para siempre." (Isaías 32: 17.) <strong>El</strong> que obe<strong>de</strong>ce<br />

las leyes divinas es el que mejor respetará y acatará las leyes <strong>de</strong> su país. <strong>El</strong> que teme a Dios honrará al<br />

rey en el ejercicio <strong>de</strong> su autoridad justa y legítima. Pero <strong>por</strong> <strong>de</strong>sgracia Francia prohibió la Biblia y<br />

<strong>de</strong>sterró a sus discípu<strong>los</strong>. Siglo tras siglo hubo hombres <strong>de</strong> principios e integridad, <strong>de</strong> gran inteligencia<br />

y <strong>de</strong> fuerza moral, que tuvieron valor para confesar sus convicciones y fe suficiente para sufrir <strong>por</strong> la<br />

verdad — siglo tras siglo estos hombres penaron como esclavos en las galeras, y perecieron en la hoguera<br />

o <strong>los</strong> <strong>de</strong>jaron que se pudrieran en tenebrosas e inmundas mazmorras. Miles y miles se pusieron en salvo<br />

huyendo; y esto duró doscientos cincuenta años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> iniciada la Reforma.<br />

Casi no hubo generación <strong>de</strong> franceses durante ese largo período <strong>de</strong> tiempo que no fuera testigo <strong>de</strong><br />

la fuga <strong>de</strong> <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong>l Evangelio que huían para escapar <strong>de</strong> la furia insensata <strong>de</strong> sus perseguidores,<br />

llevándose consigo la inteligencia, las artes, la industria y el carácter or<strong>de</strong>nado que <strong>por</strong> lo general <strong>los</strong><br />

distinguían y contribuían luego a enriquecer a <strong>los</strong> países don<strong>de</strong> encontraban refugio. Pero en la medida<br />

en que enriquecían otros países con sus preciosos dones, <strong>de</strong>spojaban al suyo propio. Si hubieran<br />

permanecido en Francia todos <strong>los</strong> que la abandonaron; si <strong>por</strong> espacio <strong>de</strong> trescientos años la pericia<br />

industrial <strong>de</strong> aquél<strong>los</strong> hubiera sido empleada en cultivar el suelo <strong>de</strong> su país, en hacer progresar las<br />

manufacturas; si durante estos trescientos años el genio creador <strong>de</strong> <strong>los</strong> mismos, junto con su po<strong>de</strong>r<br />

analítico, hubiera seguido enriqueciendo la literatura y cultivando las ciencias <strong>de</strong> Francia; si hubiera sido<br />

<strong>de</strong>dicada la sabiduría <strong>de</strong> tan nobles hijos a dirigir sus asambleas, su valor a pelear sus batallas, y su<br />

equidad a formular las leyes, y la religión <strong>de</strong> la Biblia a robustecer la inteligencia y dirigir las conciencias<br />

<strong>de</strong>l pueblo, ¡qué inmensa gloria no tendría Francia hoy ! ¡ Qué gran<strong>de</strong>, qué próspera y qué dichoso país<br />

no sería! . . . ¡Toda una nación mo<strong>de</strong>lo! "Pero un fanatismo ciego e inexorable echó <strong>de</strong> su suelo a todos<br />

<strong>los</strong> que enseñaban la virtud, a <strong>los</strong> campeones <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n y a <strong>los</strong> honrados <strong>de</strong>fensores <strong>de</strong>l trono; dijo a <strong>los</strong><br />

que hubieran podido dar a su país 'renombre y gloria': Escoged entre la hoguera o el <strong>de</strong>stierro. Al fin la<br />

ruina <strong>de</strong>l estado fue completa; ya no quedaba en el país conciencia que proscribir, religión que arrastrar<br />

a la hoguera ni patriotismo que <strong>de</strong>sterrar." — Wylie, lib. 13, cap. 20. Todo lo cual dio <strong>por</strong> resultado la<br />

Revolución con sus horrores.<br />

Con la huída <strong>de</strong> <strong>los</strong> hugonotes quedó Francia sumida en general <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia. Florecientes ciuda<strong>de</strong>s<br />

manufactureras quedaron arruinadas; <strong>los</strong> distritos más fértiles volvieron a quedar baldíos, el<br />

entorpecimiento intelectual y el <strong>de</strong>caimiento <strong>de</strong> la moralidad sucedieron al notable progreso que antes<br />

imperara. París quedó convertido en un vasto asilo: asegúrase que precisamente antes <strong>de</strong> estallar la<br />

Revolución doscientos mil indigentes <strong>de</strong>pendían <strong>de</strong> <strong>los</strong> socorros <strong>de</strong>l rey. Únicamente <strong>los</strong> jesuítas<br />

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