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El Conflicto de los Siglos por Elena G de White [Edicion Completa]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

<strong>El</strong> elector tenía escasos conocimientos <strong>de</strong> las doctrinas reformadas, pero le impresionaban<br />

profundamente el candor, la fuerza y la claridad <strong>de</strong> las palabras <strong>de</strong> Lutero; y Fe<strong>de</strong>rico resolvió protegerle<br />

mientras no le <strong>de</strong>mostrasen que el reformador estaba en error. Contestando las peticiones <strong>de</strong>l prelado,<br />

dijo: 'En vista <strong>de</strong> que el doctor Martín Lutero compareció a vuestra presencia en Augsburgo, <strong>de</strong>béis<br />

estar satisfecho. No esperábamos que, sin haberlo convencido, pretendieseis obligarlo a retractarse.<br />

Ninguno <strong>de</strong> <strong>los</strong> sabios que se hallan en nuestros principados, nos ha dicho que la doctrina <strong>de</strong> Martín<br />

fuese impía, anticristiana y herética.' Y el príncipe rehusó enviar a Lutero a Roma y arrojarle <strong>de</strong> sus<br />

estados.—Id., cap. 10.<br />

<strong>El</strong> elector notaba un <strong>de</strong>caimiento general en el estado moral <strong>de</strong> la sociedad. Se necesitaba una<br />

gran<strong>de</strong> obra <strong>de</strong> reforma. Las disposiciones tan complicadas y costosas requeridas para refrenar y castigar<br />

<strong>los</strong> <strong>de</strong>litos estarían <strong>de</strong> más si <strong>los</strong> hombres reconocieran y acataran <strong>los</strong> mandatos <strong>de</strong> Dios y <strong>los</strong> dictados<br />

<strong>de</strong> una conciencia iluminada. Vio que <strong>los</strong> trabajos <strong>de</strong> Lutero tendían a este fin y se regocijó secretamente<br />

<strong>de</strong> que una influencia mejor se hiciese sentir en la iglesia. Vió asimismo que como profesor <strong>de</strong> la<br />

universidad Lutero tenía mucho éxito. Sólo había transcurrido un año <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que el reformador fijara sus<br />

tesis en la iglesia <strong>de</strong>l castillo, y ya se notaba una disminución muy gran<strong>de</strong> en el número <strong>de</strong> peregrinos<br />

que concurrían allí en la fiesta <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> santos. Roma estaba perdiendo adoradores y ofrendas; pero<br />

al mismo tiempo había otros que se encaminaban a Wittenberg —no como peregrinos que iban a adorar<br />

reliquias, sino como estudiantes que invadían las escuelas para instruirse. Los escritos <strong>de</strong> Lutero habían<br />

<strong>de</strong>spertado en todas partes nuevo interés <strong>por</strong> el conocimiento <strong>de</strong> las Sagradas Escrituras, y no sólo <strong>de</strong><br />

todas partes <strong>de</strong> Alemania sino que hasta <strong>de</strong> otros países acudían estudiantes a las aulas <strong>de</strong> la universidad.<br />

Había jóvenes que, al ver a Wittenberg <strong>por</strong> vez primera, "levantaban . . . sus manos al cielo, y alababan<br />

a Dios, <strong>por</strong>que hacía brillar en aquella ciudad, como en otro tiempo en Sión, la luz <strong>de</strong> la verdad, y la<br />

enviaba hasta a <strong>los</strong> países más remotos." —Ibid.<br />

Lutero no estaba aún convertido <strong>de</strong>l todo <strong>de</strong> <strong>los</strong> errores <strong>de</strong>l romanismo. Pero cuando comparaba<br />

<strong>los</strong> Sagrados Orácu<strong>los</strong> con <strong>los</strong> <strong>de</strong>cretos y las constituciones papales, se maravillaba. "Leo — escribió—<br />

<strong>los</strong> <strong>de</strong>cretos <strong>de</strong> <strong>los</strong> pontífices, y . . . no sé si el papa es el mismo Anticristo o su apóstol, <strong>de</strong> tal manera<br />

está Cristo <strong>de</strong>sfigurado y crucificado en el<strong>los</strong>." —Id., lib. 5, cap. I. A pesar <strong>de</strong> esto, Lutero seguía<br />

sosteniendo la iglesia romana y no había pensado en separarse <strong>de</strong> la comunión <strong>de</strong> ella. Los escritos <strong>de</strong>l<br />

reformador y sus doctrinas se estaban difundiendo <strong>por</strong> todas las naciones <strong>de</strong> la cristiandad. La obra se<br />

inició en Suiza y Holanda. Llegaron ejemplares <strong>de</strong> sus escritos a Francia y España. En Inglaterra<br />

recibieron sus enseñanzas como palabra <strong>de</strong> vida. La verdad se dio a conocer en Bélgica e Italia. Miles<br />

<strong>de</strong> creyentes <strong>de</strong>spertaban <strong>de</strong> su mortal letargo y recibían el gozo y la esperanza <strong>de</strong> una vida <strong>de</strong> fe. Roma<br />

se exasperaba más y más con <strong>los</strong> ataques <strong>de</strong> Lutero, y <strong>de</strong> entre <strong>los</strong> más encarnizados enemigos <strong>de</strong> éste y<br />

aun <strong>de</strong> entre <strong>los</strong> doctores <strong>de</strong> las universida<strong>de</strong>s católicas, hubo quienes <strong>de</strong>clararon que no se imputaría<br />

pecado al que matase al rebel<strong>de</strong> monje. Cierto día, un <strong>de</strong>sconocido se acercó al reformador con una<br />

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