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El Conflicto de los Siglos por Elena G de White [Edicion Completa]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

¿No dan <strong>de</strong> comer al hambriento y no visten al <strong>de</strong>snudo? 'No; no es éste el asunto, que en esto no faltan;<br />

don<strong>de</strong> les falta caridad es en su modo <strong>de</strong> juzgar, pues creen que ninguno pue<strong>de</strong> ser salvo a no ser que<br />

siga el camino <strong>de</strong> el<strong>los</strong>.' " —Id., tomo 3, págs. 152, 153. <strong>El</strong> <strong>de</strong>caimiento espiritual que se había <strong>de</strong>jado<br />

sentir en Inglaterra poco antes <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong> Wesley, era <strong>de</strong>bido en gran parte a las enseñanzas contrarias<br />

a la ley <strong>de</strong> Dios, o antinomianismo. Muchos afirmaban que Cristo había abolido la ley moral y que <strong>los</strong><br />

cristianos no tenían obligación <strong>de</strong> observarla; que el creyente está libre <strong>de</strong> la "esclavitud <strong>de</strong> las buenas<br />

obras." Otros, si bien admitían la perpetuidad <strong>de</strong> la ley, <strong>de</strong>claraban que no había necesidad <strong>de</strong> que <strong>los</strong><br />

ministros exhortaran al pueblo a que obe<strong>de</strong>ciera <strong>los</strong> preceptos <strong>de</strong> ella, puesto que <strong>los</strong> que habían sido<br />

elegidos <strong>por</strong> Dios para ser salvos eran "llevados <strong>por</strong> el impulso irresistible <strong>de</strong> la gracia divina, a practicar<br />

la piedad y la virtud," mientras <strong>los</strong> sentenciados a eterna perdición, "no tenían po<strong>de</strong>r para obe<strong>de</strong>cer a la<br />

ley divina."<br />

Otros, que también sostenían que <strong>los</strong> elegidos no pue<strong>de</strong>n ser <strong>de</strong>stituídos <strong>de</strong> la gracia ni per<strong>de</strong>r el<br />

favor divino" llegaban a la conclusión aun más horrenda <strong>de</strong> que "sus malas acciones no son en realidad<br />

pecaminosas ni pue<strong>de</strong>n ser consi<strong>de</strong>radas como casos <strong>de</strong> violación <strong>de</strong> la ley divina, y que en consecuencia<br />

<strong>los</strong> tales no tienen <strong>por</strong> qué confesar sus pecados ni romper con el<strong>los</strong> <strong>por</strong> medio <strong>de</strong>l arrepentimiento." —<br />

McClintock and Strong, Cyclopedia, art. Antinomians. Por lo tanto, <strong>de</strong>claraban que aun uno <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

pecados más viles "consi<strong>de</strong>rado universalmente como enorme violación <strong>de</strong> la ley divina, no es pecado a<br />

<strong>los</strong> ojos <strong>de</strong> Dios," siempre que lo hubiera cometido uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> elegidos, "<strong>por</strong>que es característica esencial<br />

y distintiva <strong>de</strong> éstos que no pue<strong>de</strong>n hacer nada que <strong>de</strong>sagra<strong>de</strong> a Dios ni que sea contrario a la ley. Estas<br />

monstruosas doctrinas son esencialmente lo mismo que la enseñanza posterior <strong>de</strong> <strong>los</strong> educadores y<br />

teólogos populares, quienes dicen que no existe ley divina como norma inmutable <strong>de</strong> lo que es recto, y<br />

que más bien la norma <strong>de</strong> la moralidad es indicada <strong>por</strong> la sociedad y que ha estado siempre sujeta a<br />

cambios. Todas estas i<strong>de</strong>as son inspiradas <strong>por</strong> el mismo espíritu maestro: <strong>por</strong> aquel que, hasta entre <strong>los</strong><br />

seres impecables <strong>de</strong> <strong>los</strong> cie<strong>los</strong>, comenzó su obra <strong>de</strong> procurar suprimir las justas restricciones <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong><br />

Dios.<br />

La doctrina <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>cretos divinos que fija <strong>de</strong> una manera inalterable el carácter <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres,<br />

había inducido a muchos a rechazar virtualmente la ley <strong>de</strong> Dios. Wesley se oponía tenazmente a <strong>los</strong><br />

errores <strong>de</strong> <strong>los</strong> maestros <strong>de</strong>l antinomianismo y probaba que son contrarios a las Escrituras. Porque la<br />

gracia <strong>de</strong> Dios que trae salvación a todos <strong>los</strong> hombres, se manifestó." "Porque esto es bueno y agradable<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios nuestro Salvador; el cual quiere que todos <strong>los</strong> hombres sean salvos, y que vengan al<br />

conocimiento <strong>de</strong> la verdad. Porque hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y <strong>los</strong> hombres,<br />

Jesucristo hombre; el cual se dio a sí mismo en precio <strong>de</strong>l rescate <strong>por</strong> todos." (Tito 2: 11; 1 Timoteo 2:<br />

3 - 6.) <strong>El</strong> Espíritu <strong>de</strong> Dios es concedido libremente para que todos puedan echar mano <strong>de</strong> <strong>los</strong> medios <strong>de</strong><br />

salvación. Así es cómo Cristo "la Luz verda<strong>de</strong>ra," "alumbra a todo hombre que viene a este mundo." (S.<br />

Juan 1: 9.)<br />

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