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El Conflicto de los Siglos por Elena G de White [Edicion Completa]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

recompensaron sus beneficios; la terrible y misteriosa agonía en Getsemaní, bajo el peso anonadador <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> pecados <strong>de</strong> todo el mundo; la traición que le entregó en manos <strong>de</strong> la turba asesina; <strong>los</strong> terribles<br />

acontecimientos <strong>de</strong> esa noche <strong>de</strong> horror —el preso resignado y olvidado <strong>de</strong> sus discípu<strong>los</strong> más amados,<br />

arrastrado brutalmente <strong>por</strong> las calles <strong>de</strong> Jerusalén; el hijo <strong>de</strong> Dios presentado con visos <strong>de</strong> triunfo ante<br />

Anás, obligado a comparecer en el palacio <strong>de</strong>l sumo sacerdote, en el pretorio <strong>de</strong> Pilato, ante el cobar<strong>de</strong><br />

y cruel Hero<strong>de</strong>s; ridiculizado, insultado, atormentado y con<strong>de</strong>nado a muerte— todo eso está representado<br />

a lo vivo.<br />

Luego, ante las multitu<strong>de</strong>s agitadas, se reproducen las escenas finales: el paciente Varón <strong>de</strong><br />

dolores pisando el sen<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l Calvario; el Príncipe <strong>de</strong>l cielo colgado <strong>de</strong> la cruz; <strong>los</strong> sacerdotes altaneros<br />

y el populacho escarnecedor ridiculizando la agonía <strong>de</strong> su muerte; la obscuridad sobrenatural; el temblor<br />

<strong>de</strong> la tierra, las rocas <strong>de</strong>strozadas y <strong>los</strong> sepulcros abiertos que señalaron el momento en que expiró el<br />

Re<strong>de</strong>ntor <strong>de</strong>l mundo. La escena terrible se presenta con toda exactitud. Satanás, sus ángeles y sus<br />

súbditos no pue<strong>de</strong>n apartar <strong>los</strong> ojos <strong>de</strong>l cuadro que representa su propia obra. Cada actor recuerda el<br />

papel que <strong>de</strong>sempeñó. Hero<strong>de</strong>s, el que mató a <strong>los</strong> niños inocentes <strong>de</strong> Belén para hacer morir al Rey <strong>de</strong><br />

Israel; la innoble Herodías, sobre cuya conciencia pesa la sangre <strong>de</strong> Juan el Bautista; el débil Pilato,<br />

esclavo <strong>de</strong> las circunstancias; <strong>los</strong> soldados escarnecedores; <strong>los</strong> sacerdotes y gobernantes, y la<br />

muchedumbre enloquecida que gritaba: "¡Recaiga su sangre sobre nosotros, y sobre nuestros hijos!" —<br />

todos contemplan la enormidad <strong>de</strong> su culpa. En vano procuran escon<strong>de</strong>rse ante la divina majestad <strong>de</strong> su<br />

presencia que sobrepuja el resplandor <strong>de</strong>l sol, mientras que <strong>los</strong> redimidos echan sus coronas a <strong>los</strong> pies<br />

<strong>de</strong>l Salvador, exclamando: "¡<strong>El</strong> murió <strong>por</strong> mí!"<br />

Entre la multitud <strong>de</strong> <strong>los</strong> rescatados están <strong>los</strong> apóstoles <strong>de</strong> Cristo, el heroico Pablo, el ardiente<br />

Pedro, el amado y amoroso Juan y sus hermanos <strong>de</strong> corazón leal, y con el<strong>los</strong> la inmensa hueste <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

mártires; mientras que fuera <strong>de</strong> <strong>los</strong> muros, con todo lo que es vil y abominable, se encuentran aquel<strong>los</strong><br />

que <strong>los</strong> persiguieron, encarcelaron y mataron. Allí está Nerón, monstruo <strong>de</strong> crueldad y <strong>de</strong> vicios, y pue<strong>de</strong><br />

ver la alegría y el triunfo <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> a quienes torturó, y cuya dolorosa angustia le pro<strong>por</strong>cionara <strong>de</strong>leite<br />

satánico. Su madre está allí para ser testigo <strong>de</strong> <strong>los</strong> resultados <strong>de</strong> su propia obra; para ver cómo <strong>los</strong> ma<strong>los</strong><br />

rasgos <strong>de</strong> carácter transmitidos a su hijo y las pasiones fomentadas y <strong>de</strong>sarrolladas <strong>por</strong> la influencia y el<br />

ejemplo <strong>de</strong> ella, produjeron crímenes que horrorizaron al mundo. Allí hay sacerdotes y prelados papistas,<br />

que dijeron ser <strong>los</strong> embajadores <strong>de</strong> Cristo y que no obstante emplearon instrumentos <strong>de</strong> suplicio,<br />

calabozos y hogueras para dominar las conciencias <strong>de</strong> su pueblo. Allí están <strong>los</strong> orgul<strong>los</strong>os pontífices que<br />

se ensalzaron <strong>por</strong> encima <strong>de</strong> Dios y que pretendieron alterar la ley <strong>de</strong>l Altísimo. Aquel<strong>los</strong> así llamados<br />

padres <strong>de</strong> la iglesia tienen que rendir a Dios una cuenta <strong>de</strong> la que bien quisieran librarse. Demasiado<br />

tar<strong>de</strong> ven que el Omnisciente es ce<strong>los</strong>o <strong>de</strong> su ley y que no tendrá <strong>por</strong> inocente al culpable <strong>de</strong> violarla.<br />

Compren<strong>de</strong>n entonces que Cristo i<strong>de</strong>ntifica sus intereses con <strong>los</strong> <strong>de</strong> su pueblo perseguido, y sienten la<br />

fuerza <strong>de</strong> sus propias palabras: "En cuanto lo hicisteis a uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> más pequeños <strong>de</strong> estos mis hermanos,<br />

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