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El Conflicto de los Siglos por Elena G de White [Edicion Completa]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

consi<strong>de</strong>raron como un anuncio <strong>de</strong>l juicio veni<strong>de</strong>ro —"como un signo precursor espantoso, un presagio<br />

misericordioso, <strong>de</strong> aquel gran<strong>de</strong> y terrible día."— "The Old Countryman," en el Evening Advertiser <strong>de</strong><br />

Portland, 26 <strong>de</strong> nov. <strong>de</strong> 1833. Así fue dirigida la atención <strong>de</strong>l pueblo hacia el cumplimiento <strong>de</strong> la profecía,<br />

y muchos fueron inducidos a hacer caso <strong>de</strong>l aviso <strong>de</strong>l segundo advenimiento.<br />

En 1840 otro notable cumplimiento <strong>de</strong> la profecía <strong>de</strong>spertó interés general. Dos años antes, Josías<br />

Litch, uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> principales ministros que predicaban el segundo advenimiento, publicó una explicación<br />

<strong>de</strong>l capítulo noveno <strong>de</strong>l Apocalipsis, que pre<strong>de</strong>cía la caída <strong>de</strong>l imperio otomano. Según sus cálcu<strong>los</strong> esa<br />

potencia sería <strong>de</strong>rribada "en el año 1840 <strong>de</strong> J. C., durante el mes <strong>de</strong> agosto"; y pocos días antes <strong>de</strong> su<br />

cumplimiento escribió: Admitiendo que el primer período <strong>de</strong> 150 años se haya cumplido exactamente<br />

antes <strong>de</strong> que Deacozes subiera al trono con permiso <strong>de</strong> <strong>los</strong> turcos, y que <strong>los</strong> 391 años y quince días<br />

comenzaran al terminar el primer período, terminarán el 11 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> I 840, día en que pue<strong>de</strong><br />

anticiparse que el po<strong>de</strong>r otomano en Constantinopla será quebrantado. Y esto es lo que creo que va a<br />

confirmarse.' —Josías Litch, en Signs of the Times, and Expositor of Prophecy, 1° <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1840.<br />

En la fecha misma que había sido especificada, Turquía aceptó, <strong>por</strong> medio <strong>de</strong> sus embajadores, la<br />

protección <strong>de</strong> las potencias aliadas <strong>de</strong> Europa, y se puso así bajo la tutela <strong>de</strong> las naciones cristianas. <strong>El</strong><br />

acontecimiento cumplió exactamente la predicción. (Véase el Apéndice.)<br />

Cuando esto se llegó a saber, multitu<strong>de</strong>s se convencieron <strong>de</strong> que <strong>los</strong> principios <strong>de</strong> interpretación<br />

profética adoptados <strong>por</strong> Miller y sus compañeros eran correctos, con lo que recibió un impulso<br />

maravil<strong>los</strong>o el movimiento adventista. Hombres <strong>de</strong> saber y <strong>de</strong> posición social se adhirieron a Miller para<br />

divulgar sus i<strong>de</strong>as, y <strong>de</strong> 1840 a 1844 la obra se extendió rápidamente. Guillermo Miller poseía gran<strong>de</strong>s<br />

dotes intelectuales, disciplinadas <strong>por</strong> la reflexión y el estudio; y a ellas añadió la sabiduría <strong>de</strong>l cielo al<br />

ponerse en relación con la Fuente <strong>de</strong> la sabiduría. Era hombre <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ro valer, que no podía menos<br />

que imponer respeto y granjearse el aprecio don<strong>de</strong>quiera que supiera estimarse la integridad, el carácter<br />

y el valor moral. Uniendo verda<strong>de</strong>ra bondad <strong>de</strong> corazón a la humildad cristiana y al dominio <strong>de</strong> sí mismo,<br />

era atento y afable para con todos, y siempre listo para escuchar las opiniones <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>más y pesar sus<br />

argumentos. Sin apasionamiento ni agitación, examinaba todas las teorías y doctrinas a la luz <strong>de</strong> la<br />

Palabra <strong>de</strong> Dios; y su sano juicio y profundo conocimiento <strong>de</strong> las Santas Escrituras, le permitían<br />

<strong>de</strong>scubrir y refutar el error. Sin embargo no prosiguió su obra sin encontrar violenta oposición. Como<br />

les sucediera a <strong>los</strong> primeros reformadores, las verda<strong>de</strong>s que proclamaba no fueron recibidas<br />

favorablemente <strong>por</strong> <strong>los</strong> maestros religiosos <strong>de</strong>l pueblo. Como éstos no podían sostener sus posiciones<br />

apoyándose en las Santas Escrituras, se vieron obligados a recurrir a <strong>los</strong> dichos y doctrinas <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

hombres, a las tradiciones <strong>de</strong> <strong>los</strong> padres.<br />

Pero la Palabra <strong>de</strong> Dios era el único testimonio que aceptaban <strong>los</strong> predicadores <strong>de</strong> la verdad <strong>de</strong>l<br />

segundo advenimiento. "La Biblia, y la Biblia sola," era su consigna. La falta <strong>de</strong> argumentos bíblicos <strong>de</strong><br />

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