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El Conflicto de los Siglos por Elena G de White [Edicion Completa]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

y todo el día temiste continuamente <strong>de</strong>l furor <strong>de</strong>l que aflige, cuando se disponía para <strong>de</strong>struir: mas ¿en<br />

dón<strong>de</strong> está el furor <strong>de</strong>l que aflige? <strong>El</strong> preso se da prisa para ser suelto, <strong>por</strong> no morir en la mazmorra, ni<br />

que le falte su pan. Empero yo Jehová, que parto la mar, y suenan sus ondas, soy tu Dios, cuyo nombre<br />

es Jehová <strong>de</strong> <strong>los</strong> ejércitos. Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra <strong>de</strong> mi mano te cubrí.<br />

(Isaías 51: 11-16.)<br />

Oye pues ahora esto, miserable, ebria, y no <strong>de</strong> vino: Así dijo tu Señor Jehová, y tu Dios, el cual<br />

pleitea <strong>por</strong> su pueblo: He aquí he quitado <strong>de</strong> tu mano el cáliz <strong>de</strong> aturdimiento, la hez <strong>de</strong>l cáliz <strong>de</strong> mi furor;<br />

nunca más lo beberás: y ponerlo he en mano <strong>de</strong> tus angustiadores que dijeron a tu alma: Encórvate, y<br />

pasaremos. Y tú pusiste tu cuerpo como tierra, y como camino, a <strong>los</strong> que pasan. (Isaías 51: 21-23.) <strong>El</strong><br />

ojo <strong>de</strong> Dios, al mirar al través <strong>de</strong> las eda<strong>de</strong>s, se fijó en la crisis a la cual tendrá que hacer frente su pueblo,<br />

cuando <strong>los</strong> po<strong>de</strong>res <strong>de</strong> la tierra se unan contra él. Como <strong>los</strong> <strong>de</strong>sterrados cautivos, temerán morir <strong>de</strong><br />

hambre o <strong>por</strong> la violencia. Pero el Dios santo que dividió las aguas <strong>de</strong>l Mar Rojo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> <strong>los</strong> israelitas<br />

manifestará su gran po<strong>de</strong>r libertándo<strong>los</strong> <strong>de</strong> su cautiverio. "<strong>El</strong><strong>los</strong> me serán un tesoro especial, dice Jehová<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> ejércitos, en aquel día que yo preparo; y me compa<strong>de</strong>ceré <strong>de</strong> el<strong>los</strong>, como un hombre se compa<strong>de</strong>ce<br />

<strong>de</strong> su mismo hijo que le sirve." (Malaquías 3: 17, V.M.)<br />

Si la sangre <strong>de</strong> <strong>los</strong> fieles siervos <strong>de</strong> Cristo fuese entonces <strong>de</strong>rramada, no sería ya, como la sangre<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> mártires, semilla <strong>de</strong>stinada a dar una cosecha para Dios. Su fi<strong>de</strong>lidad no sería ya un testimonio<br />

para convencer a otros <strong>de</strong> la verdad, pues <strong>los</strong> corazones endurecidos han rechazado <strong>los</strong> llamamientos <strong>de</strong><br />

la misericordia hasta que éstos ya no se <strong>de</strong>jan oír. Si <strong>los</strong> justos cayesen entonces presa <strong>de</strong> sus enemigos,<br />

sería un triunfo para el príncipe <strong>de</strong> las tinieblas. <strong>El</strong> salmista dice: "Me escon<strong>de</strong>rá en su pabellón en el día<br />

<strong>de</strong> calamidad; me encubrirá en lo recóndito <strong>de</strong> su Tabernáculo." (Salmo 27: 5, V.M.) Cristo ha dicho:<br />

"¡Ven, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tus puertas sobre ti; escón<strong>de</strong>te <strong>por</strong> un corto momento,<br />

hasta que pase la indignación! Porque he aquí que Jehová sale <strong>de</strong> su lugar para castigar a <strong>los</strong> habitantes<br />

<strong>de</strong> la tierra <strong>por</strong> su iniquidad." (Isaías 26: 20, 21, V.M.) Gloriosa será la liberación <strong>de</strong> <strong>los</strong> que lo han<br />

esperado pacientemente y cuyos nombres están escritos en el libro <strong>de</strong> la vida.<br />

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