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El Conflicto de los Siglos por Elena G de White [Edicion Completa]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

Posteriormente fue profesor en una escuela <strong>de</strong> teología, sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> proseguir su obra <strong>de</strong> catequista<br />

todos <strong>los</strong> domingos, dirigiéndose a <strong>los</strong> niños e instruyéndo<strong>los</strong> en las Sagradas Escrituras. Sus obras sobre<br />

las profecías <strong>de</strong>spertaron también mucho interés. Des<strong>de</strong> la cátedra, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las columnas <strong>de</strong> la prensa y<br />

<strong>por</strong> medio <strong>de</strong> su ocupación favorita como maestro <strong>de</strong> <strong>los</strong> niños, siguió aún muchos años ejerciendo<br />

extensa influencia y llamando la atención <strong>de</strong> muchos hacia el estudio <strong>de</strong> las profecías que enseñaban que<br />

la venida <strong>de</strong>l Señor se acercaba. <strong>El</strong> mensaje <strong>de</strong>l advenimiento fue proclamado también en Escandinavia,<br />

y <strong>de</strong>spertó interés <strong>por</strong> todo el país. Muchos fueron turbados en su falsa seguridad, confesaron y <strong>de</strong>jaron<br />

sus pecados y buscaron perdón en Cristo. Pero el clero <strong>de</strong> la iglesia oficial se opuso al movimiento, y<br />

<strong>de</strong>bido a su influencia algunos <strong>de</strong> <strong>los</strong> que predicaban el mensaje fueron encarcelados. En muchos puntos<br />

don<strong>de</strong> <strong>los</strong> predicadores <strong>de</strong> la próxima venida <strong>de</strong>l Señor fueron así reducidos al silencio, plugo a Dios<br />

enviar el mensaje, <strong>de</strong> modo milagroso, <strong>por</strong> conducto <strong>de</strong> niños pequeños. Como eran menores <strong>de</strong> edad,<br />

la ley <strong>de</strong>l estado no podía impedírselo, y se les <strong>de</strong>jó hablar sin molestar<strong>los</strong>.<br />

<strong>El</strong> movimiento cundió principalmente entre la clase baja, y era en las humil<strong>de</strong>s viviendas <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

trabajadores don<strong>de</strong> la gente se reunía para oír la amonestación. Los mismos predicadores infantiles eran<br />

en su mayoría pobres rústicos. Algunos <strong>de</strong> el<strong>los</strong> no tenían más <strong>de</strong> seis a ocho años <strong>de</strong> edad, y aunque sus<br />

vidas testificaban que amaban al Salvador y que procuraban obe<strong>de</strong>cer <strong>los</strong> santos preceptos <strong>de</strong> Dios, no<br />

podían dar prueba <strong>de</strong> mayor inteligencia y pericia que las que se suelen ver en <strong>los</strong> niños <strong>de</strong> esa edad. Sin<br />

embargo, cuando se encontraban ante el pueblo, era <strong>de</strong> toda evi<strong>de</strong>ncia que <strong>los</strong> movía una influencia<br />

superior a sus propios dones naturales. Su tono y sus a<strong>de</strong>manes cambiaban, y daban la amonestación <strong>de</strong>l<br />

juicio con po<strong>de</strong>r y solemnidad, empleando las palabras mismas <strong>de</strong> las Sagradas Escrituras: "¡Temed a<br />

Dios, y dadle gloria; <strong>por</strong>que ha llegado la hora <strong>de</strong> su juicio!" Reprobaban <strong>los</strong> pecados <strong>de</strong>l pueblo,<br />

con<strong>de</strong>nando no solamente la inmoralidad y el vicio, sino también la mundanalidad y la apostasía, y<br />

exhortaban a sus oyentes a huir <strong>de</strong> la ira veni<strong>de</strong>ra. La gente oía temblando. <strong>El</strong> Espíritu convincente <strong>de</strong><br />

Dios hablaba a sus corazones. Muchos eran inducidos a escudriñar las Santas Escrituras con profundo<br />

interés; <strong>los</strong> intemperantes y <strong>los</strong> viciosos se enmendaban, otros renunciaban a sus hábitos <strong>de</strong>shonestos y<br />

se realizaba una obra tal, que hasta <strong>los</strong> ministros <strong>de</strong> la iglesia oficial se vieron obligados a reconocer que<br />

la mano <strong>de</strong> Dios estaba en el movimiento.<br />

Dios quería que las nuevas <strong>de</strong> la venida <strong>de</strong>l Salvador fuesen publicadas en <strong>los</strong> países escandinavos,<br />

y cuando las voces <strong>de</strong> sus siervos fueron reducidas al silencio, puso su Espíritu en <strong>los</strong> niños para que la<br />

obra pudiese hacerse. Cuando Jesús se acercó a Jerusalén, seguido <strong>de</strong> alegres muchedumbres que, con<br />

gritos <strong>de</strong> triunfo y on<strong>de</strong>ando palmas, le aclamaron Hijo <strong>de</strong> David, <strong>los</strong> fariseos envidiosos le intimaron<br />

para que hiciese callar al pueblo; pero Jesús contestó que todo eso se realizaba en cumplimiento <strong>de</strong> la<br />

profecía, y que si la gente callaba las mismas piedras clamarían. <strong>El</strong> pueblo, intimidado <strong>por</strong> las amenazas<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> sacerdotes y <strong>de</strong> <strong>los</strong> escribas, <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> lanzar aclamaciones <strong>de</strong> júbilo al entrar <strong>por</strong> las puertas <strong>de</strong><br />

Jerusalén; pero en <strong>los</strong> atrios <strong>de</strong>l templo <strong>los</strong> niños reanudaron el canto y, agitando sus palmas, exclamaban:<br />

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