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El Conflicto de los Siglos por Elena G de White [Edicion Completa]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

referentes a él mismo." (S. Lucas 24: 27, V.M.) Los corazones <strong>de</strong> <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> se conmovieron. Su fe<br />

se reavivó. Fueron reengendrados "en esperanza viva," aun antes <strong>de</strong> que Jesús se revelase a el<strong>los</strong>. <strong>El</strong><br />

propósito <strong>de</strong> éste era iluminar sus inteligencias y fundar su fe en la "palabra profética" "más firme."<br />

Deseaba que la verdad se arraigase firmemente en su espíritu, no sólo <strong>por</strong>que era sostenida <strong>por</strong> su<br />

testimonio personal sino a causa <strong>de</strong> las pruebas evi<strong>de</strong>ntes suministradas <strong>por</strong> <strong>los</strong> símbo<strong>los</strong> y sombras <strong>de</strong><br />

la ley típica, y <strong>por</strong> las profecías <strong>de</strong>l Antiguo Testamento. Era necesario que <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Cristo<br />

tuviesen una fe inteligente, no sólo en beneficio propio, sino para comunicar al mundo el conocimiento<br />

<strong>de</strong> Cristo. Y como primer paso en la comunicación <strong>de</strong> este conocimiento, Jesús dirigió a sus discípu<strong>los</strong><br />

a "Moisés y todos <strong>los</strong> profetas." Tal fue el testimonio dado <strong>por</strong> el Salvador resucitado en cuanto al valor<br />

e im<strong>por</strong>tancia <strong>de</strong> las Escrituras <strong>de</strong>l Antiguo Testamento.<br />

¡Qué cambio el que se efectuó en <strong>los</strong> corazones <strong>de</strong> <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> cuando contemplaron una vez<br />

más el amado semblante <strong>de</strong> su Maestro! (S. Lucas 24:32.) En un sentido más completo y perfecto que<br />

nunca antes, habían hallado "a Aquel, <strong>de</strong> quien escribió Moisés en la ley, y asimismo <strong>los</strong> profetas." La<br />

incertidumbre, la angustia, la <strong>de</strong>sesperación, <strong>de</strong>jaron lugar a una seguridad perfecta, a una fe serena. ¿<br />

Qué mucho entonces que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su ascensión el<strong>los</strong> estuviesen "siempre en el templo alabando y<br />

bendiciendo a Dios"? <strong>El</strong> pueblo, que no tenía conocimiento sino <strong>de</strong> la muerte ignominiosa <strong>de</strong>l Salvador,<br />

miraba para <strong>de</strong>scubrir en sus semblantes una expresión <strong>de</strong> dolor, confusión y <strong>de</strong>rrota; pero sólo veía en<br />

el<strong>los</strong> alegría y triunfo. ¡Qué preparación la que habían recibido para la obra que les esperaba! Habían<br />

pasado <strong>por</strong> la prueba más gran<strong>de</strong> que les fuera dable experimentar, y habían visto cómo, cuando a juicio<br />

humano todo estaba perdido, la Palabra <strong>de</strong> Dios se había cumplido y había salido triunfante. En lo<br />

sucesivo ¿qué podría hacer vacilar su fe, o enfriar el ardor <strong>de</strong> su amor? En sus penas más amargas el<strong>los</strong><br />

tuvieron "po<strong>de</strong>roso consuelo," una esperanza que era "como ancla <strong>de</strong>l alma, segura y firme." (Hebreos<br />

6: 18, 19, 462 V.M.) Habían comprobado la sabiduría y po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios, y estaban persuadidos <strong>de</strong> "que ni<br />

la muerte, ni la vida, ni <strong>los</strong> ángeles, ni <strong>los</strong> principados, ni po<strong>de</strong>res, ni cosas presentes, ni cosas <strong>por</strong> venir,<br />

ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna otra cosa creada" podría apartar<strong>los</strong> "<strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Dios, que es en Cristo<br />

Jesús nuestro Señor." "En todas estas cosas —<strong>de</strong>cían— somos vencedores, y más aún, <strong>por</strong> medio <strong>de</strong><br />

Aquel que nos amó." "La Palabra <strong>de</strong>l Señor permanece para siempre." Y "¿quién es el que con<strong>de</strong>na?<br />

¡Cristo Jesús es el que murió; más aún, el que fue levantado <strong>de</strong> entre <strong>los</strong> muertos; el que está a la diestra<br />

<strong>de</strong> Dios; el que también interce<strong>de</strong> <strong>por</strong> nosotros!" (Romanos 8: 38, 39, 37; 1 Pedro 1: 25; Romanos 8: 34,<br />

V.M.)<br />

<strong>El</strong> Señor dice: "Nunca jamás será mi pueblo avergonzado." (Joel 2: 26.) "Una noche podrá durar<br />

el lloro, mas a la mañana vendrá la alegría." (Salmo 30: 5, V.M.) Cuando en el día <strong>de</strong> su resurrección<br />

estos discípu<strong>los</strong> encontraron al Salvador, y sus corazones ardieron al escuchar sus palabras; cuando<br />

miraron su cabeza, sus manos y sus pies que habían sido heridos <strong>por</strong> el<strong>los</strong>; cuando antes <strong>de</strong> su ascensión,<br />

Jesús les llevara hasta cerca <strong>de</strong> Betania y, levantando sus manos para ben<strong>de</strong>cir<strong>los</strong>, les dijera: "Id <strong>por</strong> todo<br />

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