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El Conflicto de los Siglos por Elena G de White [Edicion Completa]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

la tenemos. La observancia <strong>de</strong> este nuevo día <strong>de</strong> reposo nos haría discrepar con el mundo, y no<br />

tendríamos influencia sobre él. ¿Qué pue<strong>de</strong> esperar hacer un pequeño grupo <strong>de</strong> observadores <strong>de</strong>l séptimo<br />

día contra todo el mundo que guarda el domingo? Con argumentos semejantes procurarían <strong>los</strong> judíos<br />

justificar la manera en que rechazaron a Cristo. Sus padres habían agradado a Dios presentándole<br />

ofrendas y sacrificios, ¿<strong>por</strong> qué no alcanzarían <strong>los</strong> hijos salvación siguiendo el mismo camino? Así<br />

también, en días <strong>de</strong> Lutero, <strong>los</strong> papistas <strong>de</strong>cían que cristianos verda<strong>de</strong>ros habían muerto en la fe católica,<br />

y que <strong>por</strong> consiguiente esa religión bastaba para salvarse. Este modo <strong>de</strong> argumentar iba a resultar en<br />

verda<strong>de</strong>ro obstáculo para todo progreso en la fe y en la práctica <strong>de</strong> la religión. Muchos insistían en que<br />

la observancia <strong>de</strong>l domingo había sido una doctrina establecida y una costumbre muy general <strong>de</strong> la<br />

iglesia durante muchos sig<strong>los</strong>.<br />

Contra este argumento se adujo el <strong>de</strong> que el sábado y su observancia eran más antiguos y se habían<br />

generalizado más; que eran tan antiguos como el mismo mundo, y que llevaban la sanción <strong>de</strong> <strong>los</strong> ángeles<br />

y <strong>de</strong> Dios. Cuando fueron puestos <strong>los</strong> fundamentos <strong>de</strong> la tierra, cuando <strong>los</strong> astros <strong>de</strong> la mañana alababan<br />

a una, y se regocijaban todos <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> Dios, entonces fue puesto el fundamento <strong>de</strong>l sábado. (Job 38:<br />

6, 7; Génesis 2: 1-3.) Bien pue<strong>de</strong> esta institución exigir nuestra reverencia: no fue or<strong>de</strong>nada <strong>por</strong> ninguna<br />

autoridad humana, ni <strong>de</strong>scansa sobre ninguna tradición humana; fue establecida <strong>por</strong> el Anciano <strong>de</strong> días<br />

y or<strong>de</strong>nada <strong>por</strong> su Palabra eterna.<br />

Cuando se llamó la atención <strong>de</strong> la gente a la reforma tocante al sábado, sus ministros torcieron la<br />

Palabra <strong>de</strong> Dios, interpretándola <strong>de</strong>l modo que mejor tranquilizara <strong>los</strong> espíritus inquisitivos. Y <strong>los</strong> que<br />

no escudriñaban las Escrituras <strong>por</strong> sí mismos se contentaron con aceptar las conclusiones que estaban<br />

en conformidad con sus <strong>de</strong>seos. Mediante argumentos y sofismas, con las tradiciones <strong>de</strong> <strong>los</strong> padres y la<br />

autoridad <strong>de</strong> la iglesia, muchos trataron <strong>de</strong> echar abajo la verdad. Pero <strong>los</strong> <strong>de</strong>fensores <strong>de</strong> ella recurrieron<br />

a la Biblia para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la vali<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l cuarto mandamiento. Humil<strong>de</strong>s cristianos, armados con sólo la<br />

Palabra <strong>de</strong> verdad, resistieron <strong>los</strong> ataques <strong>de</strong> hombres <strong>de</strong> saber, que, con sorpresa e ira, tuvieron que<br />

convencerse <strong>de</strong> la ineficacia <strong>de</strong> sus elocuentes sofismas ante <strong>los</strong> argumentos sencil<strong>los</strong> y contun<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong><br />

hombres versados en las Sagradas Escrituras más bien que en las sutilezas <strong>de</strong> las escuelas. A falta <strong>de</strong><br />

testimonio bíblico favorable, muchos, olvidando que el mismo modo <strong>de</strong> argumentar había sido empleado<br />

contra Cristo y sus apóstoles, <strong>de</strong>cían con <strong>por</strong>fiado empeño: "¿Por qué nuestros prohombres no entien<strong>de</strong>n<br />

esta cuestión <strong>de</strong>l sábado? Pocos creen como vosotros. Es imposible que tengáis razón, y que todos <strong>los</strong><br />

sabios <strong>de</strong>l mundo estén equivocados."<br />

Para refutar semejantes argumentos bastaba con citar las enseñanzas <strong>de</strong> las Santas Escrituras y la<br />

historia <strong>de</strong> las dispensaciones <strong>de</strong>l Señor para con su pueblo en todas las eda<strong>de</strong>s. Dios obra <strong>por</strong> medio <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> que oyen su voz y la obe<strong>de</strong>cen, <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> que en caso necesario dirán verda<strong>de</strong>s amargas, <strong>por</strong> medio<br />

<strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> que no temen censurar <strong>los</strong> pecados <strong>de</strong> moda. La razón <strong>por</strong> la cual él no escoge más a menudo<br />

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