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El Conflicto de los Siglos por Elena G de White [Edicion Completa]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

santo y el lugar santísimo, separados <strong>por</strong> rica y magnífica cortina, o velo; otro velo semejante cerraba la<br />

entrada que conducía al primer <strong>de</strong>partamento.<br />

En el lugar santo se encontraba hacia el sur el can<strong>de</strong>labro, con sus siete lámparas que alumbraban<br />

el santuario día y noche; hacia el norte estaba la mesa <strong>de</strong> <strong>los</strong> panes <strong>de</strong> la proposición; y ante el velo que<br />

separaba el lugar santo <strong>de</strong>l santísimo estaba el altar <strong>de</strong> oro para el incienso, <strong>de</strong>l cual ascendía diariamente<br />

a Dios una nube <strong>de</strong> sahumerio junto con las oraciones <strong>de</strong> Israel. En el lugar santísimo se encontraba el<br />

arca, cofre <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra preciosa cubierta <strong>de</strong> oro, <strong>de</strong>pósito <strong>de</strong> las dos tablas <strong>de</strong> piedra sobre las cuales Dios<br />

había grabado la ley <strong>de</strong> <strong>los</strong> diez mandamientos. Sobre el arca, a guisa <strong>de</strong> cubierta <strong>de</strong>l sagrado cofre,<br />

estaba el propiciatorio, verda<strong>de</strong>ra maravilla artística, coronada <strong>por</strong> dos querubines, uno en cada extremo<br />

y todo <strong>de</strong> oro macizo. En este <strong>de</strong>partamento era don<strong>de</strong> se manifestaba la presencia divina en la nube <strong>de</strong><br />

gloria entre <strong>los</strong> querubines. Después que <strong>los</strong> israelitas se hubieron establecido en Canaán el tabernáculo<br />

fue reemplazado <strong>por</strong> el templo <strong>de</strong> Salomón, el cual, aunque edificio permanente y <strong>de</strong> mayores<br />

dimensiones, conservaba las mismas pro<strong>por</strong>ciones y el mismo amueblado. <strong>El</strong> santuario subsistió así —<br />

menos durante el plazo en que permaneció en ruinas en tiempo <strong>de</strong> Daniel— hasta su <strong>de</strong>strucción <strong>por</strong> <strong>los</strong><br />

romanos, en el año 70 <strong>de</strong> nuestra era. Tal fue el único santuario que haya existido en la tierra y <strong>de</strong>l cual<br />

la Biblia nos dé alguna información. San Pablo dijo <strong>de</strong> él que era el santuario <strong>de</strong>l primer pacto. Pero ¿no<br />

tiene el nuevo pacto también el suyo?<br />

Volviendo al libro <strong>de</strong> <strong>los</strong> Hebreos, <strong>los</strong> que buscaban la verdad encontraron que existía un segundo<br />

santuario, o sea el <strong>de</strong>l nuevo pacto, al cual se alu<strong>de</strong> en las palabras ya citadas <strong>de</strong>l apóstol Pablo: "En<br />

verdad el primer pacto también tenía reglamentos <strong>de</strong>l culto, y su santuario que lo era <strong>de</strong> este mundo." <strong>El</strong><br />

uso <strong>de</strong> la palabra "también" implica que San Pablo ha hecho antes mención <strong>de</strong> este santuario. Volviendo<br />

al principio <strong>de</strong>l capítulo anterior, se lee: "Lo principal, pues, entre las cosas que <strong>de</strong>cimos es esto:<br />

Tenemos un tal sumo sacerdote que se ha sentado a la diestra <strong>de</strong>l trono <strong>de</strong> la Majestad en <strong>los</strong> cie<strong>los</strong>;<br />

ministro <strong>de</strong>l santuario, y <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro tabernáculo, que plantó el Señor, y no el hombre." (Hebreos 8: 1,<br />

2, V.M.) Aquí tenemos revelado el santuario <strong>de</strong>l nuevo pacto. <strong>El</strong> santuario <strong>de</strong>l primer pacto fue asentado<br />

<strong>por</strong> el hombre, construido <strong>por</strong> Moisés; éste segundo es asentado <strong>por</strong> el Señor, no <strong>por</strong> el hombre.<br />

En aquel santuario <strong>los</strong> sacerdotes terrenales <strong>de</strong>sempeñaban el servicio; en éste es Cristo, nuestro<br />

gran Sumo Sacerdote, quien ministra a la diestra <strong>de</strong> Dios. Uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> santuarios estaba en la tierra, el<br />

otro está en el cielo. A<strong>de</strong>más, el tabernáculo construido <strong>por</strong> Moisés fue hecho según un mo<strong>de</strong>lo. <strong>El</strong> Señor<br />

le or<strong>de</strong>nó: "Conforme a todo lo que yo te mostrare, el diseño <strong>de</strong>l tabernáculo, y el diseño <strong>de</strong> todos sus<br />

vasos, así lo haréis." Y le mandó a<strong>de</strong>más: "Mira, y haz<strong>los</strong> conforme a su mo<strong>de</strong>lo, que te ha sido mostrado<br />

en el monte." (Éxodo 25: 9, 40.) Y San Pablo dice que el primer tabernáculo "era una parábola para<br />

aquel tiempo entonces presente; conforme a la cual se ofrecían dones y sacrificios;" que sus santos<br />

lugares eran "representaciones <strong>de</strong> las cosas celestiales;" que <strong>los</strong> sacerdotes que presentaban las ofrendas<br />

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