30.09.2016 Views

Henry Rider Haggard-Las minas del rey salomón

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Ignosi, Rey legítimo de los kukuanos, con mi mano en tus manos,<br />

prometo servirte hasta la muerte. Cuando eras un pequeñuelo te saltaba sobre<br />

mis rodillas, hoy mi envejecido brazo luchará por ti y por la libertad.<br />

—Bien está, Infadús, si triunfamos, tú serás el hombre más grande de<br />

nuestra nación, después <strong>del</strong> Rey. Si perezco, morirás; eso es todo, y la muerte<br />

no debe estar ya muy distante de ti. Levántate, querido tío.<br />

—Y vosotros, blancos, ¿me negaréis vuestro poderoso auxilio? ¿Qué podré<br />

ofreceros? <strong>Las</strong> piedras relucientes. Si venzo y las encuentro, tendréis tantas<br />

cuantas podáis llevaros <strong>del</strong> país. ¿Os basta eso? Traduje sus palabras y sir<br />

Enrique replicó:<br />

—Dígale que mal conoce al caballero inglés. La riqueza es un bien y si la<br />

suerte la pone a su paso se apoderará de ella; pero jamás se vende por valor<br />

alguno. Ahora, refiriéndome a mí, digo lo siguiente: Umbopa ha merecido<br />

siempre mi estimación y en cuanto de mi voluntad dependa, estaré a su lado<br />

en esta tentativa. Muy agradable para mí será, por otra parte, el ver de ajustar<br />

cuentas con ese sanguinario Twala. ¿Qué piensan ustedes, Good y<br />

Quatermain?<br />

—Bien —contestó Good, adoptando el lenguaje hiperbólico de los<br />

kukuanos— puede usted decirle que un poco de zafarrancho limpia la cala <strong>del</strong><br />

corazón y, en cuanto a mí concierne, siento plaza bajo su enseña, soy su<br />

grumete. Mi única condición es que me devuelva los pantalones.<br />

Traduje ambas respuestas:<br />

—Gracias, amigos míos; y tú, Macumazahn, viejo cazador, aún más listo<br />

que un búfalo herido ¿estás también conmigo?<br />

Pensé por un momento y me rasque la cabeza. —Umbopa o Ignosi —le<br />

contesté—, a mi no me gustan las revoluciones. Soy hombre pacífico con algo<br />

de cobarde, (aquí Umbopa se sonrió) pero por otro lado no quiero abandonar a<br />

mis amigos. Has estado siempre a nuestro lado como todo un hombre y ahora<br />

yo me pondré al tuyo. Pero piensa que soy un traficante y he de ganarme el<br />

sustento; así pues, acepto la oferta de los diamantes, dado caso que llegáramos<br />

alguna vez a estar en circunstancias de aprovecharnos de ella. Además,<br />

nosotros hemos venido como sabes, buscando, al hermano de Incubu (sir<br />

Enrique). Es necesario que nos ayude a encontrarle.<br />

—Haré esto inmediatamente. Atiende Infadús, por la señal de la serpiente<br />

en derredor de mi cintura, dime la verdad. ¿Sabes si algún blanco ha puesto el<br />

pie dentro de esta tierra?<br />

—Ninguno ¡oh! Ignosi.<br />

—¿Si se hubiera visto a un blanco o tenido noticias de él, lo habrías sabido<br />

tú?<br />

—Sin duda alguna lo habría sabido.<br />

—Tú lo oyes, Incubu —dijo Ignosi volviéndose a sir Enrique— él no ha<br />

venido a este país.<br />

—Bien, bien —contestó éste suspirando—. ¡Allá descansa! no logró llegar<br />

hasta aquí. ¡Pobre compañero, pobre hermano mío! Todo ha sido inútil.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!